¡A la vejez, viruelas!, como diría mi abuela. El caso es que no sé exactamente qué me pasa, pero desde que estoy en Gorliz siento la imperiosa necesidad de renovar mi fondo de armario vital para quitarme las polillas de encima.
Cuando deambulo por este tipo de estados de ánimo, el mejor remedio que conozco consiste en tirarme a la piscina del trabajo sin haber tomado ducha. Pura negligencia, lo admito, más después de las primeras vacaciones que puedo llamar así en años y años, pero llevo una semana larga que no bajo de las 10 horas de entretenimiento (va en serio) y siento que tengo correa como para mantener el ritmo has finales de mes, como poco.
Iba a haber desempolvado mi viejo A-10 para decorar esta entrada, pero no todavía no me puedo llamar piloto, así que lo dejo para otro momento. Sufro de algunos titubeos, de algunos estados alterados de conciencia, todavía me muestro poco fino en la toma de curvas y me duelen las manos de sostener el joystik con demasiada fuerza. Aún no he probado cómo estoy en puntería, pero todo se irá andando...
A cambio he adelgazado algo, me he cortado el pelo, y disfruto de un suave bronceado que me permite pasar desapercibido cuando voy en chancletas, bañador blanco y camiseta azul a por el periódico y el pan. Pura mímesis, supervivencia animal, llamadlo como queráis, pero es un lujo a cuyo sabor me estoy acostumbrando más de lo que quisiera, tanto que hace unas semanas se me ocurrió la brillante idea de dar salida a mi primera añada de patxarán casero.
Aprovechando que a comienzos de septiembre se celebraban en la Villa de Plentzia, casi aquí mismo, las festividades de San Antolín, y que había mercado, me aprovisioné en él de un kilo de arañones, patxaranes o endrinas (como prefiráis), que este domingo pasado me sirvieron para preparar cuatro botellas de cuarto de litro de ese líquido rojizo que hace las delicicias de los comensales en las sobremesas.
Entre pitos y flautas, calculo que después de terminar el proceso, quedarán a comienzos de marzo próximo unos dos litros y medio de un licor al que ya he bautizado como Nürburgring a la espera de que todo siga su curso, que mandaría narices que no lo siguiera con los sencillas que son las intrucciones.
En fin, que aprovechando tan feliz acontecimiento y que tenemos a Monza despuntando en el horizonte, quería deciros que andaré por aquí para lo justo, para leeros y para escribir puntualmente nuevas entradas, pero para poco más, al menos durante las tres próximas semanas. Luego, si eso, ya seguimos hablando con los retrasos de costumbre.
Os leo.
Este fin de semana descorché yo una botellita de patxarán del 2007...
ResponderEliminarummmmmmmmmmmmm
Saludos Jose de un Gorliztarra( de Gandias) en el Exilio de Getxo, de paso te invito a mi blog, que va de cochecitos de slot:
ResponderEliminarhttp://supergenix.blogspot.com/
Pues aqui estaremos esperando...
ResponderEliminarEse Nurburgpatxarán estará de miedo cuando suelte y se mezcle todo lo bueno que hay en esas botellas.
Un saludo y te envío fuerzas para estas 3 semanas de trabajo intenso.
jajaja, con paciencia vas a disfrutar del trabajo bien hecho; te esperamos, como siempre, con la luz del ordenador encendida.
ResponderEliminarVale, pues si tu eres capaz de hacer un patxarán digno de Nurbu, prometo aportar unas pastas caseras de saltarse las lágrimas xD
ResponderEliminarUn besote
Algún día os hablaré de mis naranjas...
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