Mientras agosto avanzaba, me había prometido sortear la actualidad hasta que supiéramos algo, porque en F1 siempre pisamos arenas movedizas y quería mantener mi chance intacta por aquello del qué dirán.
Bien, a pocos días de transcurrido Spa, algunos ya conocemos el calado amargo de ese algo y otros, por descontado, saborean las mieles del mismo porque el mundo no es perfecto (ni falta que le hace), ni llueve a gusto de todos, ni cada mañana sale el sol por el horizonte de la misma manera. Por eso mismo es tan hermoso.
Aprovechando que es sábado; que la lectura de entradas baja a mínimos que otros aceptarían como un regalo (no lo he buscado, lo juro, aunque lo agradezco en el alma); que mis chuletas para tirar de campeones mundiales o pilotos españoles en F1 descansan en la casa de mi suegra en Las Arenas; que mis padres, de haber vivido Julián, habrían cumplido ayer 61 años juntos; me apetece hoy ir dando salida a esas pequeñas cosas sobre las que pensé escribir el mes pasado pero cuyas hebras se fueron quedando sin aguja por Dios sabe qué cosas.
El caso es que Carlos Castellá, desde su enorme experiencia, dedicaba a Robert Kubica un estupendo texto en el que reflexionaba sobre lo lento que curan las heridas deportivas y lo pertinente que resulta para los deportistas de élite saber calibrar cuánto pierden o cuánto ganan decidiendo incorporarse más rápido o más lento a su trabajo, que daba pie a una serie de comentarios en los que los participantes exponían sus puntos de vista, como de costumbre.
La contestación de Maese a uno de ellos me llamó poderosamente la atención, porque enlazaba perfectamente con el estado de ánimo esgrimido por Stefano Domenicali antes de la cita belga, y que por avatares de la vida, sigue encajando a la perfección con el escenificado hace nada por Martin Witsmart y Jenson Button al respecto de las opciones de McLaren de cara al título que todavía se está disputando, en el que el periodista barcelonés afirmaba: «No creo que fuera mala suerte. BMW no pensó que podían luchar por el título, porque no contaban con que Hamilton, Massa y Raikkonen cometieran tantos errores. Sus cálculos eran ganar un GP en 2008 y luchar por el título en 2009, cosa que no sucedió.»
BMW, durante 2009, como bien argumentaba Carlos, supone un hermoso ejemplo de lo que no hay que hacer jamás cuando se compite. Tirar la toalla antes de tiempo es mala cosa porque uno nunca sabe lo que aguarda en la esquina siguiente. Los combates duran los asaltos convenidos y no es de recibo asumir la derrota como inevitable porque estarás sacrificando oportunidades...
En este sentido, y volviendo a lo que nos ocupa, no queda otra que quitarse el sombrero ante la actitud mostrada por la de Woking, porque la guerra puede parecer perdida, pero quedan batallas que ganar una a una.
Pole?!!!
ResponderEliminarYa había leido la entrada que comentas sobre la recuperación de Kubica y otros deportistas. Sin duda que da que pensar.
Pero tú vas a otra cosa... a la cag... monumental de BMW en 2008 y que a la postre les retiró de los circuitos. Ya entonces muchos comprendimos el enorme error cometido por los alemanes, que pasó a ser insuperable cuando en 2009 lejos de atacar definitivamente el título, se arrastraron por las pistas. Moraleja: más vale pájaro en mano que ciento volando.
Vamos, que McLaren y Ferrari sigan peleando por este mundial, aunque esté imposible, porque algo aprenderán para el coche de 2012. Y así, un rayito de esperanza para el futuro.
Un abrazo!
Upppss, que me ha salido repetido el comentario. ¡Cosas de tener un peque pululando por la casa!
ResponderEliminarInter, y alguna conversación sobre lo que estaba haciendo BMW tuvimos en esos días. ¿Pero quien podía creer desde nuestra mentalidad que no iba a por todas?
ResponderEliminarKubica perdió su oportunidad, no se si tendrá otra, ojala. Por cierto, ¿alguien sabe algo de Mario Theissen?
Saludos