El estío suele ser mala época para esto de la bloguería, razón por la cual, nuestro pequeño mundo parece entrecerrar la persiana, si es que no ha decidido bajarla del todo. En fin, estamos a primeros de julio y buena parte de la afición han desaparecido en el mapa, nunca mejor dicho, y hay que aceptarlo. Bilbao parece un páramo yermo, dominado por el silencio civilizado y el canto de los pájaros, y entre caja y caja...
A lo que iba, Sé perfectamente que la foto que decora esta entrada corresponde a unas maquetas de Exoto, pero dado que la actual F1 es en el fondo un modelo a escala, una reproducción no demasiado buena de aquello que fue y nos mantiene aún atados a las propuestas lúdicas y festivas de Bernie y sus mamporreros, supongo que por ver si lo vislumbramos de nuevo (¡a él no, por Dios, a la buena F1 que nos convirtió en aficionados!), como tenía intención de comentar algo sobre Pirelli, me he pillado esta estampa que representa la Alfetta que condujo Don Juan Manuel Fangio en 1951, junto al camión Alfa Romeo 500 que la transportaba desde la fábrica a los circuitos.
Véase cómo en los laterales del vehículo y puertas traseras se puede observar la leyenda: «Alfa Romeo. Gomme Pirelli.»
Que bonito suena ahora ver que todo estaba en su sitio hace 60 años. Los neumáticos sirviendo a las máquinas, fardando un huevo y la yema del otro por ofrecer tamaño servicio, compartiendo espacio en la publicidad, obviamente con un tipo de letra menor que el de la marca...
Por desgracia, este tipo de cosas son ahora un miserable recuerdo. El neoliberalismo del que hacen gala los que cortan el bacalao no da para más que para proclamar la libre competencia mientras se buscan un proveedor único que haga y deshaga a su entero antojo, tanto en presupuesto como en prestaciones, of course!
Así las cosas, el que paga el pato es el aficionado, que sufre un espectáculo que desvirtúa constantemente el campeonato, pues hace tiempo que lo ha suplantado.
Después de Valencia, Pirelli, por voz de Paul Hembery, confesaba que habían cambiado de opinión a última hora, al respecto de utilizar el compuesto superblando sustituyéndolo por el medio, porque tenía necesidad de probarlo de cara a la prueba que se celebrará en Silverstone dentro de siete días. Para que nos entendamos, la fábrica italiana de neumáticos admitía que había sacrificado el espectáculo en la ciudad del Turia para asegurarlo en el G.P. de Gran Bretaña, ¡tela!
No voy a entrar al trapo de si Valencia resultó un truño o no lo fue; de si conviene que siga estando en el calendario; de si es un Mónaco revisitado que no cuela, o por el contrario es un tilkódromo que tiene la suerte de estar cerquita del mar y no en mitad de la nada, como suele ser habitual; ni siquiera de si Pirelli acertó o no con su decisión, porque con las palabras de Hembery en la mano, lo sensato es admitir que las cosas no salieron como se esperaba (hubo muchas quejas al respecto por parte de pilotos y algunas escuderías), y por tanto, que cualquier conclusión que saquemos en el mejor de los casos, se quedará en agua de borrajas.
Es grave, muy grave, que un mundial dependa de un proveedor, como está sucediendo en la actualidad. Y más grave aún, que sigamos con el trágala de buscar ejemplos en el pasado cuando éste se ha convertido en un espejismo que sirve de coartada a los tejemanejes de los que han decidido que disfrutemos de todo esto, pero a su exclusiva manera.
El rendimiento de las máquinas y los pilotos depende ahora del compuesto, y ello supone una bonita metáfora de cómo se ha dado la vuelta al calcetín en un deporte cuyas costuras hacían daño a los que pregonan la libertad pero no la toleran. ¿Qué tal más proveedores?, ¿qué tal si se da barra libre a los equipos para que elijan los neumáticos que más interesen de cara a exprimir las prestaciones de sus monoplazas y las aptitudes de sus pilotos?
Por pedir... ¿qué tal más libertad en todos los ámbitos y menos monsergas?
A lo que iba, Sé perfectamente que la foto que decora esta entrada corresponde a unas maquetas de Exoto, pero dado que la actual F1 es en el fondo un modelo a escala, una reproducción no demasiado buena de aquello que fue y nos mantiene aún atados a las propuestas lúdicas y festivas de Bernie y sus mamporreros, supongo que por ver si lo vislumbramos de nuevo (¡a él no, por Dios, a la buena F1 que nos convirtió en aficionados!), como tenía intención de comentar algo sobre Pirelli, me he pillado esta estampa que representa la Alfetta que condujo Don Juan Manuel Fangio en 1951, junto al camión Alfa Romeo 500 que la transportaba desde la fábrica a los circuitos.
Véase cómo en los laterales del vehículo y puertas traseras se puede observar la leyenda: «Alfa Romeo. Gomme Pirelli.»
Que bonito suena ahora ver que todo estaba en su sitio hace 60 años. Los neumáticos sirviendo a las máquinas, fardando un huevo y la yema del otro por ofrecer tamaño servicio, compartiendo espacio en la publicidad, obviamente con un tipo de letra menor que el de la marca...
Por desgracia, este tipo de cosas son ahora un miserable recuerdo. El neoliberalismo del que hacen gala los que cortan el bacalao no da para más que para proclamar la libre competencia mientras se buscan un proveedor único que haga y deshaga a su entero antojo, tanto en presupuesto como en prestaciones, of course!
Así las cosas, el que paga el pato es el aficionado, que sufre un espectáculo que desvirtúa constantemente el campeonato, pues hace tiempo que lo ha suplantado.
Después de Valencia, Pirelli, por voz de Paul Hembery, confesaba que habían cambiado de opinión a última hora, al respecto de utilizar el compuesto superblando sustituyéndolo por el medio, porque tenía necesidad de probarlo de cara a la prueba que se celebrará en Silverstone dentro de siete días. Para que nos entendamos, la fábrica italiana de neumáticos admitía que había sacrificado el espectáculo en la ciudad del Turia para asegurarlo en el G.P. de Gran Bretaña, ¡tela!
No voy a entrar al trapo de si Valencia resultó un truño o no lo fue; de si conviene que siga estando en el calendario; de si es un Mónaco revisitado que no cuela, o por el contrario es un tilkódromo que tiene la suerte de estar cerquita del mar y no en mitad de la nada, como suele ser habitual; ni siquiera de si Pirelli acertó o no con su decisión, porque con las palabras de Hembery en la mano, lo sensato es admitir que las cosas no salieron como se esperaba (hubo muchas quejas al respecto por parte de pilotos y algunas escuderías), y por tanto, que cualquier conclusión que saquemos en el mejor de los casos, se quedará en agua de borrajas.
Es grave, muy grave, que un mundial dependa de un proveedor, como está sucediendo en la actualidad. Y más grave aún, que sigamos con el trágala de buscar ejemplos en el pasado cuando éste se ha convertido en un espejismo que sirve de coartada a los tejemanejes de los que han decidido que disfrutemos de todo esto, pero a su exclusiva manera.
El rendimiento de las máquinas y los pilotos depende ahora del compuesto, y ello supone una bonita metáfora de cómo se ha dado la vuelta al calcetín en un deporte cuyas costuras hacían daño a los que pregonan la libertad pero no la toleran. ¿Qué tal más proveedores?, ¿qué tal si se da barra libre a los equipos para que elijan los neumáticos que más interesen de cara a exprimir las prestaciones de sus monoplazas y las aptitudes de sus pilotos?
Por pedir... ¿qué tal más libertad en todos los ámbitos y menos monsergas?
Estimado Orroe,
ResponderEliminarYo no diría que los que cortan el bacalo en la F1 sean neoliberales, si hay que ponerles un epíteto yo los llamaría neo-dictadores, ya que nos imponen unas condiciones donde la libertad brilla por su ausencia. Por lo que estoy totalmente de acuerdo con usted en su última gran interrogación. Con un poquito más de libertad para todo, todos seriamos más felices.
Saludos
¡Qué preciosidad de maquetas!,
ResponderEliminar¡vaya joya!.
Bien, a lo que vamos: Tienes toda la razón, ¡cuántas veces no habremos pedido mayor libertad en proveedores, en creatividad y en normativa. Nada que añadir al respecto.
Lo que sí me gustaría comentar es la creciente participación en el "circo" que estoy observando en Pirelly, de la mano de Hembery.
El otro día leía con sorpresa, que Hembery está proponiendo penalizar a aquellos pilotos que, a fin de guardarse gomas nuevas para carrera, renuncien a la Q3. Los que hicieran esto tendrían que salir el domingo con un juego de gomas ya usadas. De hecho, parece que la FIA ha creado un grupo de trabajo (uno más XD) para estudiar la propuesta.
Que conste que no me parece mal (habría que afinar un poco) pero no recuerdo que tiempo atrás el proveedor de neumáticos haya tenido tanta influencia.
Muy buen texto, Josetxu.
Esa libertad iría en contra de la manipulación y la creación artificial de sennas.
ResponderEliminarAlgo inaceptable en esta nueva formula de sacar dinero.
No, esto va a acabar así. Los tiempos de la F1 como competición están acabados y no volverán. Puede que si alguien organiza otro campeonato y deja al margen a la maFIA de las manipulaciones se llegue a ver una competición de verdad, pero no en esta F1.
Buenos días.
ResponderEliminarPrimo de anónimo ;) El neoliberalismo tiene mucho de dictadura... de los mercados XDDDDDD Y desde luego, la libertad real, incluso en los mercados, arroja siempre un saldo muy positivo ;)
Concha ;) Mal que nos pese admitirlo, Pirelli pesa demasiado en la actual F1. De todas maneras, si hubiera libertad para elegir los compuestos y gestionarlos como le parezca a cada cual, no harían falta este tipo de soluciones, ni por supuesto, tanto grupo de trabajo XDDDDDDD
Anónimo ;) Ahí le damos, amigo. Pero por ser optimista, a lo mejor Murdock ve lo que no ven ni Bernie ni los otros, y hay salida a esto :P
Un abrazote
Jose
Si señor...más libertad en todos los ambitos de la F1 y no tanto politiqueo y mamoneo...solo carreras puras y nada más.
ResponderEliminarBuenas tardes.
ResponderEliminarSeeyouinthenextlife ;) Espero que con el tiempo, alguno de esto gilipollas que dirigen el cotarro comprenda que con más libertad se ganaría para menos disgustos :P
Un abrazote
Jose