El alunizaje de Jaime y Fernando

He llegado tarde a la polémica surgida por las ásperas contestaciones que supuestamente dieron Fernando y Jaime a los periodistas que les interrogaron tras la calificación del sábado y la celebración de la prueba, el domingo, e inevitablemente he recordado al segundo hombre que puso sus pies sobre la luna.

Edwing E. Aldrin, Buzz para los colegas, es un astronauta que atesora grandes logros en sus manos y sobre sus espaldas. Ingeniero, científico doctor en astronaútica por el MIT, aviador experimentado, participó en los programas Gemini y Apolo, y fue elegido por la NASA para intervenir en una de las mayores gestas que ha llevado a cabo el ser humano, junto a Neil Armstrong y Michael Collins, fundamentalmente por su entereza inquebrantable ante cualquier contingencia, y desde luego por su imaginativa capacidad para resolver problemas.

Con su historial, Buzz podría ser considerado como un arquetipo de tipo frío, pero así y todo, un conspiranoico le sacó de sus casillas en 2002, preguntándole una y otra vez sobre si realmente había pisado nuestro satélite. El resultado de aquello fue un sonoro puñetazo que terminó en los juzgados y llenando algunos titulares.

A todas luces parece no haber comparación posible entre lo sucedido en Valencia y el chascarrillo que acabo de relatar, aunque hay un fondo compartido, porque yo mismo he sufrido en mi actividad profesional lo mismo o parecido que tuvieron que aguantar Fernando y Jaime este pasado fin de semana (no habré contestado preguntas sobre Mutantes en la Sombra y Ragnarok, dos de nuestros juegos licenciados a otras editoriales), y sé perfectamente que las interrogaciones reiteradas en poco espacio de tiempo, aparentemente zanjadas pero como si no hubieran sido respondidas jamás, cansan al más pintado y no hay sueldo que pague el esfuerzo que hay que realizar para evitar dar carpetazo o salir por peteneras.

Va en la personalidad de cada uno, desde luego, pero el entrevistado se merece siempre un respeto, y más aún si acaba de bajarse de un monoplaza en el que ha viajado a más de 200 km. por hora con los cinco sentidos puestos en el asfalto del circuito, bajo un sol abrasador...

No todo el mundo es Kimi Raikkonen, pero los periodistas sí pueden comportarse como auténticos profesionales, eligiendo adecuadamente las preguntas y aceptando que si ya han sido contestadas o son inoportunas en espacio o tiempo, sencillamente sobran.