Los chamanes y los lobos son gente extraña. De tanto hablar con los espíritus del bosque olvidan cómo comunicarse con sus congéneres, y en el día a día hay que tener también cuidado con ellos pues pasan de la alegría al llanto como un bebé recién nacido, de puro cómodos y desprevenidos que se sienten. Ya se sabe: donde hay confianza, da asco…
Hoy, por ejemplo, he aprendido que no debo quejarme del frío.
Disculpadme, llevo todo el día pergeñando cómo explicar mi secreto de Newey, porque hay muchos, no os creais. El mío es mío y necesita materializarse por sacar yo un poco de pecho, que los chamanes y los lobos, si no hacemos magia estamos aviados, jodidos, para que nos entendamos… En fin, que al contrario de lo que había prometido para la siguiente entrega de la serie RB6 Enigma, me he metido de lleno en explicar cómo funciona un fondo plano y me hacía falta dibujar un poco que al final siempre resulta un mucho. Total, que para mañana o pasado mañana podré enseñaros algunos modelos sobre los que podamos seguir entendiendo de qué va la cosa que llevo entre manos, y avanzando, y explorando como jabatos, y debatiendo como senadores de la vieja Roma, porque el ingeniero británico será la leche, pero albergo la esperanza de poder pillarlo a primera hora de la mañana en la cocina de su casa, en calzoncillos, rascándose el trasero mientras se pone el desayuno.
¡Ay, Adrian, cómo te envidio! ¡Con qué respeto se te mira. Qué grande pareces! Ya te daría yo un miserable olvido, un que se te va la cabeza, un dónde coño estabas que se te ha pasado llamarme, un parecer un vulgar humano de los de a pie, de los que encuentran donde no esperan una duda razonable que origina un tsunami que sólo cabe parar con un conjuro, como hacía Gandalf en El Señor de los Anillos.
Los chamanes navajo dibujan figuras con arena en el suelo, que luego borran. Se conectan con el más allá o el más acá, y cuando han terminado, desconectan como hacemos nosotros con el teléfono. Los lobos marcan su territorio sobre la nieve para volver a señalarlo al día siguiente porque saben que habrá siempre quien reciba el recado, como hacemos nosotros todos los días. Los locos del mundo siempre dan más de lo que reciben a cambio…
Axiomas aparte, indagar en Newey es meter los dedos en nosotros mismos. Adrian es un tipo normal que hace bien su trabajo, como otros cientos. ¿La diferencia? Que ahora le miramos detenidamente, con lupa, que podemos respirar a su lado, como quien despierta y lo encuentra a su vera, como quien lo ve llegar por la calle con una bolsa llena de regalos, como quien le observa lleno de prisa por pillar un baño, o como quien puede abrir su diario.
No nos engañemos ni elevemos mitos innecesarios. Adrian Newey es quien es ahora mismo porque le hemos tomado la medida, porque hemos comprendido por fin que es un currela que habla con los espíritus y borra sus dibujos con la mano, sobre la nieve en vez de sobre arena, porque una y otra son igual de efímeras y él es igual de noble.
¡Jodido Adrian! ¿Lo he oído antes?.Je jeje, pero jodido Orroe con el boli en la mano -o con los dedos en el teclado-
ResponderEliminarFeliz año monstruo.
Orroe, que sepas que aunque yo y Mag (MagonF1), estemos muy desconectados en nuestros blogs, seguimos leyendo a los amigos. Por cierto si quieres seguir todas las novedades que voy pillando por las "fuentes" en el dichoso Twitter estamos como F1Writers!
ResponderEliminarDesearte un Feliza Año Nuevo y que sigas con las mismas fuerzas y estilo. Un fuerte abrazo.
Y gracias por acordarte de nosotros.
Buenos y retrasados días ;)
ResponderEliminarMidori ;) Bueno, se hace lo que se puede XDDDDDDDD
Bruno ;) Las gracias os las merecéis vosotros que andáis en el frente, dale un abrazote a Manu de mi parte, ¿hace?
Os leo
Jose