¡Buen trabajo!

Os echaba de menos y echaba de menos esto. A pesar de que han pasado sólo cuatro días desde que el martes pasado escribiera en delay como si fuese el sábado anterior, os echaba de menos. Tenía el mono puesto cuando este mediodía, viendo a Fernando alcanzando la pole, me he tenido que pellizcar la cara para recordar que esta aventura vale su peso en oro porque lleva en sus entrañas mucho de nosotros.

Y es que lo vale, ¡coño!, aunque sea por unas horas, pues la carrera de mañana domingo será tan larga como las otras, y necesitará, como siempre, que crucemos los dedos y nos encomendemos a la Virgen de Covadonga para que comience como esperamos y termine feliz, como soñamos.

¡Ahí vamos, con nuestro asturiano!, el mejor piloto de la parrilla, el tipo al que tantos denostan pero que ha sabido sentar hoy sus reales donde cuenta hacerlo, en la pista, sobre un trazado que huele a catedral gótica, a Barcelona antigua, a León cruzando el ecuador del Renacimiento, al profundo y sosegado Burgos.

He permanecido estos días atrapado entre el Pishón, el Guihón, el Tigris y el Éufrates, recreando gárgolas y figuras ancestrales, bíblicas, dibujando ignotos lugares, señalando a punta de plumilla al flamígero guardián de El Edén, el querubín Samshiel; dando rienda suelta al rito más antiguo: la creación más genuina; amparado, sea dicho de paso, por compañeros que han sabido rendir culto a la belleza defendiendo la utopía que defiende a su vez uno de mis mejores amigos. Soñadores como yo, en una palabra.

Hoy triunfaba al mediodía el Nano, certificando la mitad de su victoria de mañana —Button, Massa y Webber no son gacelas ante el semáforo en verde; Hamilton y Vettel sí lo son, pero salen quinto y sexto, respectivamente—, y desde la barrera miraban los dos tipos de arriba, don Luca y el escurridizo ‪John Elkann‬, quien lleva realmente las riendas.

Nunca mejor que hoy para volver al ruedo; y nunca mejor momento para reclamar un espacio para la esperanza, entonando el canto de guerra de los que confían en la lucha sin tregua, la que no admite ningún tipo de derrota.

Ferrari ha encontrado un líder que la señale, la distinga, un tipo en quién creer, a quien seguir, a quien pedir cuentas y que se las rinda… Y Fernando Alonso ha cumplido esta tarde todos los requisitos en la catedral de Monza, ante los tifosi, el público más exigente del mundo, demostrando que la de Maranello es su casa y va a defenderla caiga quien caiga. ¡Él, que se pirraba por McLaren... Olé sus cojones!


PD: Va por vosotros, Midori, Felipe, por vuestro apoyo en otros espacios amigos. Y por ti, también, Takuma, ¡qué grande!