En una semana escasa el tinglado habrá vuelto por sus fueros, y a pesar de que este año, a diferencia de otros, se anunciaba próspero y halagüeño como pocos, el aire está cargado de vibraciones tristonas, como si nos hubiésemos cansado antes de recoger el añorado premio, o como si faltando un puñado de kilometros para terminar la maratón, nos fallaran definitivamente las fuerzas.
Me ocurrió una vez en la playa de Karraspio, frente a Lekeitio, que la marejada me atrapó impidiéndome llegar a la playa. El instinto me pedía a gritos salir de allí como fuera, pero la cabeza me recordó lo que había aprendido durante la obtención del título de socorrista acuático en La Cruz Roja.
Gracias a Dios acostumbro a mantener la cabeza fría y comencé a nadar en paralelo a la arena en una trayectoria zigzagueante, como me habían enseñado, evitando en lo posible enfrentarme a la fuerza descomunal que me alejaba de mi objetivo, acercándome así a la costa a base de engañar al mar, que a las malas es un cabrón de dimensiones colosales y puede jugarte una mala pasada como intentes plantarle cara a las bravas.
Obviamente toqué tierra, de otra manera no os lo estaría contando, y recuerdo perfectamente el momento en que mi mentalidad hizo aguas durante unos breves pero intensos segundos, aunque no en qué pensé para superar tan jodida circunstancia, y es una pena, porque intuyo que algo muy similar nos está sucediendo y sinceramente no tengo respuestas, sólo preguntas.
Sea como fuere, como decía al principio, en unos días nos sumergiremos de nuevo en el ruido de los motores, en las explicaciones, en las ilusiones, y tal vez en los desencantos, y espero que el silencio de fondo que escucho no sea un síntoma de mal agüero, sino el producto de este estúpido parón veraniego que nos ha sido impuesto por la cúpula de ahorradores que sigue empeñada en ajustar los balances a base de quitar el chocolate de la dieta del loro, y que no ha tenido en cuenta, como viene siendo costumbre, que a los aficionados se les debe un mínimo respeto, incluso en agosto.
Vuelve Spa, un escenario mítico y mitificado, un circuito legendario que anda pasándolas canutas y que seguirá sufriendo porque para cuando la afición se haya puesto de nuevo las pilas ya estaremos todos en Monza. Y es que no me parece de recibo el pause que nos han metido en mitad de la película, en el que ni siquiera nos han dejado disfrutar de unos miserables anuncios.
No me preguntéis por qué, pero sospecho que en vez de tanta estúpida vacación, lo que tocaba era abordar Eau Rouge con el acelerador pisado a fondo, oliendo a gasolina y a goma quemada, saboreando la adrenalina, y no adormecidos después de dos semanas mirando las musarañas.
Es una idea.
Pese a todo, cuando suenan los motores yo me olvido de todo. No se si me pasa solo a mi ;)
ResponderEliminarA mí también me pasa, pero es cierto que este parón hace perder interés, se nota en la prensa, en los blogs, en todas partes, y me parece mentira que la próxima semana vuelva otra vez la F1, aunque tiene gracia que me lo voy a perder porque estaré de viaje (después de tanto esperar).
ResponderEliminarEn fin, lo veré en diferido.
Tranquilos, en dos días todos despiertos y a punto para el disfrutar del mejor circuito de la temporada (a pesar de los "navajazos" de Tilke).
ResponderEliminarBuenos días.
ResponderEliminarNoe Izumi ;) Eso es lo bueno de ser aficionado XDDDDDD
Lola ;) Es un parón bastante idiota, y en cuanto a lo de la carrera, no te preocupes, entre el diferido y lo que pongamos por aquí, espero que se resuelvan las posibles lagunas ;)
Carlos ;) Spa es señorío auténtico, y es una lástima que su supervivencia esté pendiente de un hilo. ¡En fin, a tontas y a bobas ya estamos con los libres encima! XDDDDDDDDD
Un abrazote
Jose
Si no fuera por lo que leo aquí y en otros blogs, seguro que me quedaría, no con lagunas, sino con océanos enteros. Muchas gracias.
ResponderEliminarBuenas noches.
ResponderEliminarLola ;) XDDDDDD Gracias a ti ;)
Un besote
Jose