Casi certificaba uno de sus más famosos sonetos el gran Don Francisco de Quevedo, con este explícito terceto que llevaba delante dos cuartetos, haciendo de antesala al último y final:
«Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto,
las doce Tribus de narices era.»
Y lo traigo a colación porque andamos metidos en valorar las elevaciones de las delanteras de los vehículos, y quien más o quien menos, yo mismo, pongamos por caso, se las ve y desea para calibrar si tal o cual morro es alto, realmente alto, o en su caso si lo es más o menos que el otro o el de al lado.
Así las cosas nada mejor que un ejemplo de auténtica altura de miras como el que propuso en 2003 el Arrows A23, que sin ser firmado por Adrian Newey bien merece un ¡ahí queda eso!, por finura, delicadeza, y asunción de riesgos.
Dejé dicho aquí mismo hace un par de semanas que descubiertas las enormes posibilidades que ofrecía tender al piloto en el habitáculo, ganando así algunos centímetros a la posición del centro de gravedad, la cosa derivó en una búsqueda constante por hallar los límites de la idea, lo que originó momentos puntuales en que parecía no existir para el empeño más frontera que el mismísimo cielo.
El Arrows A23 es sin duda una buena muestra de radicalidad en lo elevado, y equiparable a lo alcanzado por el Red Bull RB5 en 2009. Mike Coughlan lo diseñó para cubrir la necesidad de canalizar sin estorbos el flujo de avance para sortear los volúmenes exteriores de la carrocería, muy rotundos, limitando el rozamiento en los bordes de ataque de los pontones gracias a los enormes deflectores laterales, y permitiendo el paso de un mayor volumen de aire limpio con dirección al fondo plano y difusor trasero, tras salir revuelto a su paso por el alerón delantero.
El esquema, aunque para cubrir otro tipo de necesidades, se replicaba paso por paso en el coche austriaco del año pasado, y es que la elevación de la nariz sigue siendo una respuesta bastante idónea cuando se busca dotar de suficiente caudal aerodinámico a la parte trasera de los vehículos usando para ello los flujos inferiores convenientemente acelerados.
Sea como fuere, el A23 y el RB5 llevaban la nariz bien alta, creo que podemos estar de acuerdo, y ése es un buen punto de partida para futuras discusiones.
Os leo.
Manejas una cantidad de información que no he visto en ningún otro blog. ¡Vaya memoria la tuya!
ResponderEliminarSalu2
Buenos días.
ResponderEliminarAnónimo ;) Tener 50 años tenía que servirme para algo ¿no te parece? XDDDDD Gracias por tu amable comentario ;)
Un abrazo
Jose