Querubín altivo

Dice la tradición judeocristiana que los querubines pertenecen a la segunda de las nueve jerarquías de ángeles. Su extrema inteligencia los hizo acreedores de ser los custodios del Jardín del Edén, y el Apocalípsis los ensalza por su vertiginosa velocidad, sólo emulada por el rayo. Su denominación se origina en la palabra hebrea kerub, que viene a significar conocimiento.

Cuando la noticia más reseñable del día es que Mercedes GP ha levantado el patrocinador principal (Petronas) a Lotus, me ha dado por mirar hacia atrás para recalar en el aspecto angelical de Kimi, y en la profunda inteligencia que destilan sus ojos, llegándome a preguntar si no será el finlandés un espécimen de este tipo de ángeles de cuyas filas surgieron los caídos (nephilim) tras fracasar en la prueba que les propuso Dios, y que a la postre les impediría disfrutar de la felicidad eterna.

Razones para mi descabellada idea no parecen faltar. Kimi, como he dicho, destila inteligencia por cada uno de sus poros, y es veloz como el rayo y posee una voluntad incuestionable en pista. Además, es atractivo y hermoso, y su manifestación física encaja a la perfección con la de un representante del segundo coro celestial, pues dicen que es sabido que estos se perciben de manera incorpórea, y como sabemos, los sentimientos y emociones de Raikkonen resultan inexcrutables a las miradas de los humanos, incluso cuando sube a lo alto del podio. Por si fuera poco, en 2007 alcanzaba la inmortalidad…

A primeros de año le dedicaba una entrada cuyos mimbres el paso del tiempo se ha encargado de convertir en realidad, porque Kimi abandona la F1 al menos durante un año que puede convertirse en una eternidad. Desmotivado, ausente, apeado por el Santarder, ¿qué más da? Se va, y a mí me da por preguntar porqué un espíritu como el suyo no tiene cabida en el deporte que nos están dejando y que no reconoce ni la madre que lo parió.

Le echaré en falta porque es uno de los mejores, un talento natural, como diría Charly en su contestación al texto aludido, y porque creo sinceramente que no podemos permitirnos el lujo de prescindir de él sin pagarlo muy caro. Ni nosotros, los aficionados, ni el resto de la parrilla, porque Kimi ha sido un acicate, el más rápido cuando se encontraba a gusto o en sintonía con el coche que llevaba entre manos, un rival duro cuando le salía la vena, la nota discordante donde mirar para verse sin los harapos publicitarios y mediáticos, y la medida que ha puesto en evidencia que la mediocridad nunca es una buena apuesta.

Soy de los que piensa que para 2011 puede darnos una grata sorpresa retornando, pero si por un casual decide llevarme (llevarnos) la contraria, me daré por bien pagado recordando que sólo él era capaz de casi dormirse en las últimas vueltas cuando iba primero, y que para despertarse se dedicaba a hacer vuelta tras vuelta rápida, ya que eso sólo está al alcance de seres ultraterrenos, tal vez ángeles, o nephilim, querubines altivos que prefirieron gozar de la libertad a sucumbir a los encantos de la felicidad eterna.