Alfa Romeo debutaba en el mundial de F1 con una pequeña obra maestra, y de no ser porque hasta 1958 no se creó el mundial de constructores, la preciosidad de más arriba se lo habría llevado en 1950, porque Nino Farina y Juan Manuel Fangio (primero y segundo, respectivamente, en el mundial de pilotos de aquel año) se levantaron con él todos los podios puntuables menos el conseguido por Jhonnie Parsons (Kurtis Kraft - Offenhauser) en Indianápolis; y si a lo dicho sumamos la contribución de Liugi Fagioli, quien quedó tercero en la general con otro 158, pues como que la cosa quedó bastante clara y vista para sentencia.
Sí, el Alfetta tenía algo muy especial, pues fue un concepto innovador para su época, ya que entre monstruos musculosos de 4.500 cc., el monoposto italiano suponía una auténtica bailarina de ballet con apenas un tercio de la cilindrada habitual (sus casi 1,5 litros de capacidad, y sus 8 cilindros, dieron origen a la denominación 158), apoyada por el trabajo de 2 compresores y un carburador triple de cuerpo invertido que en conjunto llegó a ofrecer 350 c.v. a 8.500 rpm. en la versión 159. Corto de batalla (apenas dos metros y medio) y de líneas estilizadas, redondeadas y sugerentes que le daban un aspecto realmente bello, el pequeño Alfa (de ahí lo de Alfetta) resultaba mucho más versátil y dócil que sus rivales, gracias a la contribución de dos columnas deslizantes que actuaban de manera independiente sobre las ballestas transversales (delantera y trasera), y a su bajo centro de gravedad.
El trastillo salió de los lápices de Gioacchino Colombo con la colaboración de los ingenieros Massimino, Nasi y Gilberti, en 1937, a instancias de las exigencias de un joven Enzo Ferrari, cuando La Scudería todavía formaba parte de Alfa Romeo (ambas firmas se separarían definitivamente en el 40), haciendo su debut en Leghorn, para conseguir un año más tarde la victoria en la Coppa Acerbo, la Coppa Ciano y el Gran Premio de Trípoli, carreras todas ellas celebradas antes de que estallara la guerra.
Tras el obligado parón por la contienda, en 1946 el 158 volvía a las competiciones cosechando algunos éxitos, pero desde 1948 bajo la dirección técnica de Giuseppe Busso, quien a partir del esquema original había conseguido con algunas modificaciones, potencias superiores a los 300 c.v. En 1950, como hemos comentado anteriormente, Farina se proclamaba campeón del mundo de F1 a bordo de una de estas maravillas.
A finales de 1950, el Alfetta cambió de denominación para pasar a llamarse 159 (nada que ver con un posible aumento de cilindros), incorporando cambios como la suspensión trasera tipo De Dion, un chasis sustentado sobre elementos tubulares que ofrecía mayor elasticidad, y un motor más versatil. En 1951, el 159 ganaba el Campeonato del Mundo de pilotos por segunda vez consecutiva, en esta ocasión para el chueco Fangio, tras lo cual la dirección de Alfa Romeo decidía retirarse.
Como chascarrillo final, diré que los Alfetta 158 y 159, mantienen aún vigente el récord de victorias absolutas logradas por una misma máquina —25, entre 1946 y 1951—, sin que todavía haya sido igualado.
siempre un palcer leer y aprender de estos clasicos...
ResponderEliminarLo del record seguira asi... por que hoy dia no hay maquina que dure dos temporadas, y a veces incluso usan varias por temporada (vease este anyo con los difusores... al final todos mantubieron el nombre?)
PD: TOMA!!!! Kobayashi em Sauber!!!! Y a mi que me parece un complemento ideal a Pedro...
Buenas tardes.
ResponderEliminarZukisan ;) Sí, llevas más razón que un santo :P Ayer no me di cuenta de que ese récord se va a quedar así para largo XDDDDD
A ver, a ver si Pedro tiene algo más de suerte y coloca el culo en un auténtico coche de carreras ;) Cruzemos los dedos :P
Un abrazo
Jose