La puesta en escena de ayer no merece otro apelativo sino magistral. Disfrutar de una salida con luz diurna que va tornándose paulatinamente en nocturna conforme van transcurriendo las vueltas de la carrera, es sencillamente impagable. Ver cómo la prueba termina bajo la luz de los focos queda resultón, aunque desmerece porque el espectáculo no es nuevo y ya nos hemos acostumbrado, ¡qué cosas! En fin, que la última disputa del año me gustó en lo que me tenía que gustar: en lo visual, porque mal que nos pese, es así como quiere que degustemos la F1 de este siglo el paladín de todo esto, don Bernie Ecclestone.
Otra cosa fue lo deportivo, porque me trajo el resgusto agridulce de la primera vez (y única) en que conduje cochecitos de scalextric por un circuito digital. Todo muy mono, muy limpio, muy gris, con cuatro o cinco puntos donde adelantar a tus competidores, con más facilidad para permanecer sobre la pista porque la quilla es un poco más profunda y te permitía tirar más a fondo sin arriesgar… Muy neutro, muy potxolo, tanto que echabas en falta inmediatamente el viejo circuito negro de raíles paralelos, sus problemas para salir del paso cuando ibas zumbado con el Lister Storm de Fly, y eso que el trastillo llevaba el motor en posición adelantada…
Abu Dhabi me resultó extremadamente guay, demasiado calibrado para ser retrasmitido, para que todo fuese rotundamente perfecto, con sosas escapatorias del tamaño de campos de fútbol, pintadas con colores tan artificiales como el resto de cosas que se pudieron ver, incluso la salida de boxes —¡que sí, Antonio, que asustaba!, pero porque tú o Pedro os empeñábais en remarcarlo cada vez que un monoplaza transitaba por el túnel para incorporarse al trazado—.
El resto supuso un pasapalabra descomunal. Con Jenson coronado campeón del mundo de pilotos, con Brawn con el de constructores bajo el brazo, con el supuesto gancho de la lucha por el subcampeonato de conductores, el asunto se desinchaba en cuanto se percibía que a Rubinho la historia le importaba un pimiento (¡chapeau por el contundente corte de mangas a su equipo!), y se cayó del todo cuando Lewis desaparecía de la cabeza aquejado de un problema en los frenos traseros de su MP4/24, y eso que era una carrera que ni pintada para que la ganar él, pero que ganó Sebastian Vettel con contundencia y buen hacer, tras una clara demostración de lo que ha crecido, que ya no admite paliativos, porque en seco y en mojado, el joven alemán ha demostrado con soberbias maneras que está llamado a ser algo más que el subcampeón de este año.
El resto, lo admito, me importó bastante poco, incluso la pelea por el tercer puesto en la general de marcas entre Ferrari y McLaren (en serio, ¿a quién le interesaba?). Así las cosas, incluso añoré por un instante lo ocurrido en Interlagos 2007 y 2008, como a mi viejo scalextric que necesitaba de un bucle para ser compensado, pero en el que vibrabas.
El circuito es bonito y ofrece posibilidad de adelantamientos, pero hubo una cosa que me parecía extraña, es decir, todo era muy artificial y estaba uno más pendiente de los mil gadgets colocados alrededor de los coches que de los coches mismos. Yo estuve medio despistado toda la carrera.
ResponderEliminarMartín, gracias por pasarte ;)
ResponderEliminarEl circuito estaba magnífico, incluso si no hubiera coches corriendo, no te digo más XDDDD
Un abrazo
Jose
Pues a mí el circuito me pareció una horterada de aquí a... sí a Abu Dhabi. Le ponen luces de colorines y una salida de boxes bajo un túnel y se creen que han descubierto América.
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