Wisdom

Yo de mayor me pido ser Kimi, así, por las buenas y sin pensármelo ni una ni dos veces. La verdad es que no puedo sintetizarlo mejor, ni quiero, porque el finlandés aglutina en su figura ese puntito trascendente y contracorriente que le hace envidiable a los ojos del vulgo, así caigan chuzos de punta.

El tipo se las trae, no se puede negar. Le critican hasta sus incondicionales y va de pasapalabra o se marcha de rallies, o de farra. Le cuestionan en su equipo, y se desata. Le aprietan y se pone de nones. Se aburre en carrera, y marca la vuelta rápida, así, como para matar el rato, como para decir que no se besa porque no se llega, porque Raikkonen se quiere y se mima a falta de amores mundanos que le pasen el jabón por la espalda. No lo necesita, es un dios entre mortales y va de tal; es un espécimen único, un ente adorable que hoy por hoy no tiene parangón y que cuando se retire echaremos en falta.

En pista, si está en vena, no tiene rival que le moje la oreja, porque lo mismo acaricia las curvas que las degüella como pidiendo permiso. Corre rápido, reacciona rápido, muerde rápido, acuchilla rápido, se defiende rápido, se revuelve rápido… Lo malo es que a veces le puede la murmia, esa lluvia melancólica envuelta en niebla, casi imperceptible, que atraviesa los cuerpos y la ropa, impregnando el alma y acongojándola, y muestra el reverso de su moneda finlandesa, su cara más fría y condescendiente, enmarcada en esa sensación de inanidad que amarga a los latinos pero que anuncia que el lobo sólo descansa o recupera fuerzas… Fuera de ella, tanto si está en modo alerta como si lo está en modo reposo, vive la vida y se la bebe sin importarle lo más mínimo si a su escudería o a los patrocinadores les hace puñetera gracia, ¡total, para qué agobiarse con chorradas!

Con el mundo por montera, Kimi me recuerda a la vieja canalla de los 70, que se divertía cuando corría y cuando no lo hacía, pero en tono gélido e incoherente, cristalino y fuego como el vodka. Y le envidio, ¡qué carajo!, porque de poder, así mismito me comería lo que me queda por delante. ¡Pena que no pueda! ¡O sí! ¡Qué más da. Lo pensaré mañana!

Un poco más en serio, Kimi me tiene intrigado porque parece que ha llegado al puntito exacto en que la sabiduría lo empapa, y la verdad es que no tengo idea de cómo lo ha conseguido, y no me importa.

«Whisper words of wisdom, let it be.»