Iba a liarme la manta a la cabeza para escribir mil veces que el domador de hienas no es buena gente, pero he decidido hacer pellas en la terapia porque esto va a ser un sinvivir hasta que la FIA nos muestre la fumata blanca que anuncie al mundo que su magnanimidad y comprensión son al menos tan infinitas como su sed de venganza (¡qué bonito me ha quedado!).
En fin, como Bilbao y sus inmediaciones están siendo asediadas por una tormenta de aquí te espero, en una tregua he salido a la terraza para desatascar los desagües y evitar así que al piso de la vecina de abajo le salgan humedades en el techo —¡Ay, Juanita; de la misma estirpe que Flavio, creedme!—. Total, que entre que voy vestido de aquella manera en que me visteis en Continetal Circus (¡Paulo, qué pedazo blog te curras a diario!), llevo el pelo cortado al cero, el aire olía a electricidad y las nubes eran de un azul oscuro tirando a Gris de Payne, hallábame yo como Eric Tabarly en mitad del océano, pensando y mirando lejos, recordando a Hilargi (la tengo aquí detrás, mientras escribo) y la breve conversación que hemos tenido en el pasillo sobre el valor de lo vivido y de cómo hay que mirarlo siempre con generosidad para con uno mismo y con la mayor cantidad de alegría posible, porque si no, el esfuerzo puede no merecer la pena.
No os vapuleo, que ando escuchando «Raise a vein» y me conozco. Prometí ayer a Juan que hoy esquivábamos la tormenta y charlábamos un poco sobre lo extraño que resultaba que en Renault las estrategias las definiera un ingeniero de poca cintura como Pat, sin tener en cuenta las virtudes de un piloto como Fernando y las carencias del ornitorrinco, y en cómo la salida del primero podía incidir en una mejora sensible de los resultados venideros.
A mi modo de ver la cosa tiene su miga porque enfrenta dos concepciones distintas de comprender el mundo, y por ende nuestro deporte. Por un lado tenemos la empirista, basada en la experiencia y en los cálculos exhaustivos sobre la realidad, y por ello tendente a confíar en los números que concreta un simulador alimentado con todas la variables posibles y con toneladas de datos. Y por otro, la instintiva, basada también en la experiencia (otra, diferente), en los sentidos, y en las sensaciones que aportan los entrenamientos o la carrera.
Obviamente ambas perspectivas de la cosa deberían ser coincidentes, pero no suele ser así (lo de Ross ya lo hablamos), y el caso de Symonds y Fernando es clarificador en este aspecto. Como comentaba Juan anteayer mismo, el Nano consigue con pista libre de estorbos una velocidad de crucero que está al alcance de muy pocos (Kimi también entra en trance cuando se pone), por estabilidad y consistencia, y de suyo sería que la estrategia de su equipo tratara de enfatizar esta virtud situando al ornitorrinco muy delante en calificación. En Hungría y Bélgica, continuaba, este planteamiento dio sus frutos hasta que la mala suerte impidió cosechar lo sembrado.
Contando con que China sería otro buen ejemplo de lo mismo que venimos diciendo, en el resto de carreras, la tozudez de pasar por alto que Alonso necesita espacio delante para exprimir el R29 ha arrojado malos resultados, y en Monza ha impedido que tocara cajón, por lo que a mí, como a Juan, me parece que la cosa resulta blanco y en botella, y que el único escollo que ha habido en Renault para sacar la cabeza acaba de salir por la puerta de atrás, lo que sin duda es una liberación en lo deportivo. Con todo, sigo pensando que sin Pat podemos volver a encontrarnos con el muro de la eterna lucha entre el empirismo y la intuición… ¡Ojalá me equivoque!
Me voy a buscar a Hilargi, que me apetece charlar un rato sobre el presente y el futuro. Os leo.
PD: Juan, espero haber explicado correctamente lo que amablemente compartiste con todos nosotros.
Pues a mi me surgen varias preguntas, la primera es quien seran los sucesores de las cabezas cortadas, y mas alla de un nombre, ¿llenaran el vacio? al fin y al cabo el jefe aunque mas visible, ante lo puramente deportivo y a estas alturas de temporada, me resulta casi intrascendete, y por supuesto visto a flavio, su capacidad para el cargo se me antoja intrascendente; no quita esto que si fuese bueno pues mejor. Pero ¿quien viene a sustituir a Pat? tambien a estas alturas y con el desarrollo del coche paralizado, puede que no haga un papel muy brillante, pero ¿sera mejor que Pat? cierto es que tampoco hay que ser un lumbreras para lograrlo, espero que se unan los dos empirismos nombrados y no nos olvidemos, a ver si empieza a sonreirle un poco la suerte a Fernando, no en forma de infortunios ajenos o tramas conspiratorias, si no de ayuda adecuada para que su camino vuelva a ser el de la victoria, el que creo que se merece por talento y trabajo, y el que creo todos queremos volver a ver..
ResponderEliminarUn saludo
[Hoy cambie el reparto de frenada a tiempo ;)]
Espero como tú, compañero, que haya salido de una vez y ahora haya aire fresco delante del R29 del Nano. Entonces veremos de lo que es capaz. Eso es lo que creo y lo has explicado en tu línea, es decir, muy claro y con elegancia. Y sí, Jose, en cuanto a las tormentas casi siempre es mejor bordearlas que atravesarlas, pero cuando no hay más bemoles, pues por donde te marque el instinto ;)
ResponderEliminarNo me cansaré de repetir que es un placer leerte, cuídate.
Un abrazo desde la orilla del Meno(que ya le queda poco, pero intenso)
Juan
Hola,
ResponderEliminaragradecido por la exposición, yo no quitaría ni una coma.
Es muy posible que aún así sigan confiando demasiado en el frío metal, es fácil dejarse arrastrar por los abstrusos Gigahertzios. Ayudaría si lo viesen como antes: los buenos pilotos son todos ellos, en diferentes estilos, unos sensores de telemetría tremendos. Cada gramo de su cuerpo adquiere y transporta datos a su mente, y si ésta está enfocada (sintonizada, que diría mi abuela: ¡despierta Kimi!) su "potencia" para encontrar la línea de menor resistencia (la optimización de la trazada, la decisión del adelantamiento, encontrar la adherencia con neumáticos fríos...) es aún muy superior a las máquinas, por eso a ellas les cuesta conducir ;-). Está cerca el día en que esto cambie, pero de momento (no hay que apresurarse) por datos y por rapidez, con el enfoque adecuado, es mejor dejar las decisiones a los humanos (y creedme, esto no es una sensación, todo esto está muy calculado "científicamente"). Incluso desde el muro y mirando los gráficos de los sensores un cerebro encuentra mejores bazas que un ordenador. A Brown me remito.
"Tomar la decisión" según lo que diga un algoritmo no es más que diluir las responsabilidades en una sociedad tecnócrata ("es queeee eso es lo que decía la máquina, no me puedes despedir por cagarla")... y lo malo es que a Alonso se le está pegando :-[
A falta de Brawn yo voto porque el sustituto de Pat quiera también quitarse responsabilidad... a base de preguntar al piloto. Y si no a Orroe ;-)
Salu2
Hacerlo peor que Pat lo considero complicado como poco. Esperemos que en singapur llegue un buen resultado que ya va siendo hora y se nos acaban las carreras.
ResponderEliminarSaludos!!!
P.D: me encantó el post anterior, estoy de acuerdo contigo.
Buenas tardes ;)
ResponderEliminarJacobo ;) La suerte debe pillarte trabajando, y Fernandno es de los que lo hacen, así que espero de todo corazón que los aires cambien de rumbo y alguien comprenda de una vez que su instinto es auténtica brújula ;)
Juan ;) XDDDD Ya sabes por qué me río, y compréndeme que no haga caso a lo que me decías por privado. El otro Juan, tú y yo coincidimos en esto y en otras cosas, así que felicitémonos XDDD
Juan ;) Las gracias te las debo yo a ti porque es gratificante contar con ideas tan claras y bien puestas como las que expusiste ;)
Mai ;) Sinceramente creo que todavía tendremos mucho tiempo y oportunidades para disfrutar como jabatos. Este año no hay corona, pero estoy seguro de que aún encierra algún que otro regalo ;) En cuanto a lo del otro post... apúntate a los agradecimientos, que te he pasado por alto pero no quería XDDDD
Un abrazo
Jose
XDDDD
ResponderEliminarRíe, ríe "condenado". Pues sí estamos de acuerdo y eso es de agradecer ;)
Cuídate, compañero y besos a Cata.
Juan