Jaime

Ando perdiendo la poca fe que me quedaba en el ser humano desde hace bastante tiempo, y sé que lo sabéis porque llevo un par de semanas en que están aflorando mis pinceladas más anarquistas en cada línea que escribo, cada una más atávica, más contestataria, más genuina. Me lo dice Cata: cada vez escribes más de ti mismo, no sé si te has dado cuenta. Claro que me he dado cuenta, pero qué demonios hago si Max se parece tanto a una docena de hijos de su madre que conozco y Bernie a otros tantos, si a los cobardes de la FOTA podría dibujarlos de memoria, si Fernando me recuerda tanto a uno con el que convivo…

Ahora leo sobre Jaime Alguersuari y me pregunto si estamos viendo lo mismo, si vivimos en el mismo mundo. Si Toro Rosso se había puesto el año pasado a la venta, si Gerard Berger mandó todo al carajo porque no lo veía claro, si este año la inercia parecía seguir siendo la misma, o parecido, por qué valorar las virtudes y aptitudes de nuestro compatriota nuevo en la F1 cuando todo huele a que lo que realmente interesa son sus patrocinadores, el dinero fresco que aporta; por qué valorar si es adecuada o precipitada su inmersión en este nuestro amado batiburrillo si la verdad es que no parece importar en absoluto.

Por la puerta de atrás acaba de salir Sebastien Bourdais con un contrato vigente bajo el brazo, y los mismos que le han dado la patada en el trasero reciben a Jaime con alfombra roja para que se vaya fogueando, para que adquiera la experiencia necesaria, dicen, para que siga manteniendo el tinglado, contesto. Si Sebastien sobraba porque no puntuaba, porque no lideraba, a qué sustituirlo por un crío que tiene como cometido cubrir kilómetros.

¿Hay garantías? ¿Hay garantías de que traten a Alguersuari con un mínimo de respeto? Me temo que no. El Toro Rosso es un coche de segunda con doble difusor o sin él. Es un comparsa que seguramente el año que viene no estará o sencillamente cambiará de nombre, en todo caso es un coche perdido. Y si Jaime lo hace bien y despunta, ¿a quién podría sustituir, a Vettel, a Webber, a Sutil en Force India, a Buemi, o a sí mismo? La última opción se antoja como la más asequible mientras Mateschitz encuentra nuevas modalidades de seguir con el enredo.

Me alegra que haya un español más en la F1, cómo no iba a sentirlo así, pero todo esto me suena a camelo y de los malos, a que han cogido a un chaval y lo han inflado de ilusiones para usarlo, para quemarlo mientras se pagan las nóminas. Ojalá me equivoque y lleven razón los que ven en esta operación algo muy similar a lo que ocurrió con Alonso en Minardi, pero es que Minardi era granero, escaparate, trinchera donde prepararse y dejarse ver en un mundo radicalmente distinto, porque el de hoy, como comentaba ayer mismo, tiene demasiado de casa de lenocinio.

Os leo.