¡Tela marinera!

No sé muy bien en qué ha quedado todo. Ayer mismo, por la mañana, la cosa parecía diáfana y bien escrita, y aunque lo de mantener para 2010 el mismo reglamento que rige este desolador 2009 no me encandila que digamos, incluso lo daba por bueno con tal de terminar de una vez con tanta monserga, pero al atardecer ya estaba claro que el que escribe y otros tantos ilusos como él estábamos de nuevo equivocados. Y como aquí me surge un chorreo de dudas que si las expongo me comen el espacio de esta entrada y de unas cuantas más, creo que lo mejor será ir directamente al grano.

Vamos a ver. Si la cosa iba de sacar más pasta del bolsillo de Bernie mientras se quitaba de en medio a Max, ¿cómo es que los dos siguen vivitos y coleando? (puro eufemismo, lo prometo). Se supone que los constructores, capitaneados por Montezemolo, tenían las cosas claras y un proyecto sólido debajo del brazo, que se cancelaba porque se había llegado a un acuerdo, y aunque yo ya me olía que nadie iba a dar el paso añorado y a mi modo de ver correcto [Dr. Strangelove], juro que no me imaginaba que había tantas ganas de seguir con el sainete y el cruce de faroles, porque visto cómo se tambalea todo ante el nuevo ¡quítame allá esas pajas! invocado por Max, o se trata de seguir con el choteo o es otra cosa que no alcanza mi pobre inteligencia.

Dicho todo esto, me da a mí que Mosley nos va a dar todavía algún disgustillo porque tiene lo que quería: un campeonato con solomillo y salsa de cacahuete, asegurado y atado gracias a la mojigatería de la cuadrilla de improductivos que hasta anteayer decían hacerle frente; y aunque no fio a que se quede después de noviembre próximo, sí le veo con fuerzas y arrestos como para descojonarlo todo un poquito más, porque a la hora de empeorar la situación ya no tiene absolutamente nada que perder.

Todo esto se podría haber arreglado yendo de frente, a por él y con toda la artillería disponible, dejándose de juegos de salón, demandas y soplapolleces, de dilataciones y pérdidas de tiempo, de reuniones en yates y de otras cuantas chorradas más, porque ya se sabía de qué pie cojeaba este tipo y a quién sirve realmente. Vamos, que lo lógico habría sido irse, o en su caso, haber hecho un plante como Dios manda en cualquiera de las pruebas que han servido de telón de fondo a la magistral obra de teatro que han escenificado (Mónaco, preferiblemente, porque así Button tendría 10 puntos menos), ya que de esta forma a Bernie se le habrían puesto de corbata antes, nadie se habría apuntado a la tontería esa de campeonato de dos velocidades, y como poco habríamos ganado un mes de tranquilidad, con el horizonte despejado y las cosas claras, tan claras como para que no cupieran nuevas salidas de tono del actual presidente de la FIA, porque sigue siéndolo, como bien nos ha recordado el aludido en las últimas horas.

Como decía al principio, no sé muy bien en qué ha quedado todo, pero sigo pensando que lo que sea debería estar resuelto, porque al paso que vamos no va a quedar siguiendo esto ni el apuntador, ya que produce pelín de vergüenza ajena el espectáculo.