Fernando

Hay una cierta cautela pesimista que invade la mayoría de comentarios vertidos sobre el futuro inmediato de la F1. Turquía se presenta casi como una linde que marca el devenir de la competición, como si no existiera futuro posible una vez fuese superada. Se percibe en cada frase, en cada coma, en cada palabra. Como si se quisiera poner la tirita antes de sufrir la herida, el que más y el que menos recurre a subterfugios de lo más variopintos para justificar un no se qué que parece tenernos acorralados contra una pared de miedo que recalca machaconamente lo que se masca inevitable… de manera que me he permitido mover hacia atrás las agujas del reloj.

Como bien sabéis, soy optimista por naturaleza y me gusta hacer el salto del ángel aunque no haya agua en la piscina, y en lo referente a Fernando incluso me atrevo con un triple mortal sin red. Tal es el calado de mi fe.

Queda mucha temporada, demasiada, y aunque en Istambul Park vuelvan a barrer Button y su adlatere Barrichello, aún quedarán por delante once carreras que supondrán un mundo cada una de ellas. A mí las cuentas no me fallan, tarde o temprano Brawn pasará a ocupar puestos más ramplones, comenzando a sumar puntos con cucharilla de postre y no con la sopera con que parece estar merendándose el pastel. Me parece inevitable, y lo siento por los abonados a suicidarse desde la ventana del primer piso por ahorrarse el esfuerzo de tirarse desde la azotea, que es lo propio.

Voy más lejos, para que no nos equivoquemos, la venganza vendrá de la mano de Ferrari y de Renault, porque Red Bull va a sufrir para volver a estar donde ha estado hasta hace poco, aunque rebañará algunos puestos interesantes que supondrán puntillas quirúrgicas a las aspiraciones de la escudería de Ross. Y Toyota y Mclaren pueden ayudar lo suyo a la debacle (no quiero olvidarlos), porque tienen posibilidades reales de colocar uno o dos de sus coches en posiciones dominantes, por delante de los monoplazas británicos…

No me he vuelto loco. La supremacía de un vehículo sobre la pista ha venido siempre de la mano de una superioridad incontestable en cuanto a diseño, tecnología o pilotaje, jamás vía reglamento. Y aunque estoy bajo supervisión por mis afirmaciones provocativas, ésta es una verdad como un templo que no admite paliativos.

De momento, la única ventaja que tiene Brawn es la resultante de la concepción ventajosa que ha hecho de la normativa bajo tutela de la FIA; pero abierta la veda, sólo hay que tener un poco de paciencia para que el resto de equipos se apliquen para reducirla. Y cuando lo consigan, veremos. Sólo entonces.

Mientras tanto, yo sigo abonado a Fernando y a su sonrisa… aunque duela.

PD: Y no le hagáis caso, que juega al póquer.