Elucubrando (II)

He dejado pasar un tiempo prudencial antes de ponerme de nuevo en la piel de aquel hijo de su madre que tenía la intención de implantar un propulsor único en la parrilla, y ha llegado la hora de avanzar en el desglose de sus magistrales ideas para devolver el escenario actual a uno más propicio para los intereses crematísticos de la cosa, que de puro exprimida parece mostrar algunos síntomas de agotamiento.

Bien, vayamos con la segunda parte de mi elucubración gratuita, que hoy versa sobre cómo destrozar el alma de la F1 para seguir ganando pasta sin cambiar apenas nada.

Sexto. Una vez cuento con el interés mostrado por algunas escuderías algo desconocidas, muy desconocidas, o totalmente desconocidas, por entrar en el tinglado, procedo a convencerlas de que la hazaña es posible. Para ello dispongo del enorme colchón que he originado artificialmente con el asunto del KERS vs. doble difusor y el de la F1 barata vía recorte de presupuestos y motor y KERS únicos, cuestiones que tendrán entretenidas a las escuderías grandes durante un buen trecho de la temporada (vamos, hasta que despierten del todo y se pongan las pilas porque ven de una puñetera vez por dónde van los tiros, mis tiros), pero me hace falta un equipo que sirva de ejemplo (en realidad ya la tengo, pero lo comento para que nos vayamos entendiendo) y que ejerza de aglutinante de esa corriente de animosos pretendientes que perderán el culo por sentarlo en un universo elitista como pocos, que se ha vuelto equitativo en oportunidades y asequible por arte de magia.

Séptimo. Soy malo pero no idiota, y además no tengo ganas de gastar un duro de mi propio bolsillo, así que a los pretendientes tengo que convencerlos de que también hay un montón de patrocinadores que se partirían la cara por vestir con sus marcas las carrocerías de tanto coche desconocido con opciones de victoria. Así que me pongo a la faena con mi amigo del alma y dejo que nuestro equipo comodín los vaya sumando poco a poco, cuando los triunfos lo vayan aconsejando, para lo cual aprovecho las enormes ventajas que ofrece el Safety Car y convierto las carreras en un sainete, pero sin que se me vaya la mano, porque la excesiva facilidad en los logros puede ser contraproducente para mis intereses.

Octavo. Para resaltar la épica inherente a que un equipo pequeño venza a los grandes, hago por un lado que estos últimos muerdan el polvo con pasmosa facilidad, y por otro que se salgan de sus casillas ante tanto despropósito, sobre todo Ferrari, que bastante ha chupado, y que con su previsible cabreo monumental y soberbia desatada afianzará la idea de que el coto privado se puede democratizar, y que la posibilidad es real como la vida misma.

Por experiecia sé perfectamente que a mayor cantidad de conflictos políticos tendré mayor apoyo de los parias, y lo que es mejor, mayor cantidad de espacio en la prensa y en todo tipo de medios que buscan el morbo como sustancia de sus informaciones, con lo que mato dos pájaros de un tiro, pues mientras siembro la discordia en el interior de la organización de mis enemigos, debilitándolos, aumento el valor del negocio al incrementar el precio de cada centímetro cuadrado de piel de monoplaza, cuestión interesantísima, porque cobro un porcentaje de todo ello.

Nono. Ante la previsible escalada de violencia verbal o reticencia por parte de los equipos a los que estoy atacando, eliminaré de mi discurso toda referencia al fondo de la cuestión (el reglamento de este año es una vulgar trampa para atrapar incautos y ya no es posible ocultarlo por más tiempo), trasladando el peso de la discusión a un plano puramente económico, pues es en él donde voy a encontrar más apoyos internos y externos.

Lo de menos es que el presupuesto mínimo no cubra más que una miserable porción del requerido para competir con garantías, lo importante es que aludiéndolo con insistencia voy a encontrar en el camino la ayuda inestimable de los medios afines y de algunos otros no especializados, que ante la coyuntura de posicionarse al lado de unos equipos que pretenden justificar su estridente fracaso rompiendo la baraja, o hacerlo al lado de la cordura en tiempos de crisis, no dudarán un momento en acertar con el lado correcto, que es de lo que se trata.

Décimo. Soy plenamente consciente de que puedo estirar la cuerda sólo hasta un punto, pues a partir de ahí deberé aflojar la mano si no quiero terminar con todo antes de tiempo, así que adelanto la fecha tope de preinscripción para la temporada siguiente a finales de mayo (siempre ha estado situada en noviembre), y espero acontecimientos confiando en que Williams (ha cobrado por adelantado los derechos correspondientes a 2010), Brawn (se ha beneficiado de mi apoyo explícito para salvarse) y McLaren (se ha beneficiado de mi magnánimo compromiso con el deporte y de cosillas como el ECU, amén de que anda por ahí el tema del KERS único) se muevan cuando me haga falta, porque entre unas cosas y otras controlo casi el 40% de la FOTA, por si no lo sabíais.

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