Aire tibio [Mónaco]

Llamadme ingenuo, pero no lo hagáis muy alto, por favor. Si fuera de los que se han tragado las tonterías de la deportividad a toda costa, de la mayor facilidad para los adelantamientos, y de toda esa panoplia de mentiras con que nos llenaron los oídos cuando se decidió cambiar el reglamento vigente hasta el año pasado para sustituirlo por el nuevo, a lo peor me habría aburrido por falta de alicientes, pero tras numerosas temporadas en las que ha habido un dominio claro de unos coches sobre otros y en las que he aprendido a no creer a Mosley o a Ecclestone ni por asomo, Mónaco me ha parecido un soplo de aire tibio.

Y no me he vuelto loco, que conste, lo que pasa es que en carreras como las de hoy me entretengo viendo cómo dos campeonatos diferentes se van fundiendo irremisiblemente en busca del añorado equilibrio.

En este orden de cosas, con los Brawn delante, pero no tanto, he disfrutado observando cómo los augurios sobre Toyota se van afianzando, y cómo Nico Rosberg ejerce de Fernando Alonso en Williams, sacando petróleo a la menor oportunidad (¡cada día me gusta más el alemán!).

Al otro lado de la línea definida torticeramente por la FIA a principios de esta sesión, el resurgir de los Ferrari casi me hace llorar. Kimi, reivindicando que tiene todavía ese puntito grandioso que demasiadas veces se echa de menos, y mi Felipe, demostrando que ha madurado y que sigue teniendo hambre. En Red Bull, un Webber bastante sólido ha sido capaz de vender cara su piel mientras que Vettel sucumbía ante un Gran Premio en el que no se ha encontrado cómodo desde el comienzo de los entrenamientos, y es que el RB5 es un monoplaza demasiado largo para el circuito monegasco y tocaba sufrir. En McLaren, con Hamilton saliendo último (su remontada posterior ha sido muy comedida), la defensa del pabellón de Wocking corría a cargo de Kovalainen, quien ha demostrado su buen hacer hasta que ha estampado su MP4/24 a pocas vueltas para finalizar la prueba, sin que la dirección de carrera haya encontrado razón alguna para sacar el Safety Car (cada día entiendo menos la función de este coche).

Y detrás, el Nano y su ornitorrinco, con una nueva muestra de que las estrategias de Renault juegan a favor de los rivales, porque vamos a ver, si el circuito es una ratonera y los adelantamientos son difíciles, ¿por qué se cargaba el R29 el sábado, sacrificando la calificación? Que me lo expliquen, por favor, porque Fernando ha marcado un ritmo endiablado en cuanto le ha sido posible, y cuando no, se ha tenido que conformar con mantener unas ramplonas posiciones, lo que me lleva a pensar que de haber salido más adelantado, habría podido incluso acercarse al podio. ¡En fin!

Para terminar, resaltar la estupenda actuación de Bourdais, que ha visto cómo su esfuerzo se veía recompensado con el punto que otorga la octava posición, y el choteo final cuando Jenson ha aparcado donde no debía, viéndose obligado por ello a recorrer a la carrera el espacio que le separaba de la zona de entrega de premios.

En el lado negativo, que siempre lo hay, el empellón con que Buemi ha sacado de la pista a Nelson, que no es de recibo, ¡oiga!, que Piquet no lo estaba haciendo mal, y para una vez que se muestra medianamente solvente no hay derecho a que lo traten como a un conductor de autos de choque.

Os leo.