Tras el aspecto serio de los dos personajes que aparecen en la fotografía de arriba, se esconden dos niños, tal es así que recuerdan las crónicas que después de asociarse, ambos acostumbraban a buscar huecos en sus ocupaciones para reunirse y hablar con enorme excitación de sus inquietudes privadas y comunes, de forma y manera que el de traje gris aprendía del de mono blanco (parece una gabardina pero es un mono) las bases fundamentales del liderazgo y el entusiasmo que podía despertar la tecnología; y el más bajo aprendía del más alto la sabiduría de la vida y lo que había aprendido, a su vez, de los libros. Cuentan que aquellas reuniones se sucedieron hasta que ambos abandonaron a la vez la compañía que crearon, en octubre de 1973.
Antes de que esta foto retratara el momento en que se asociaron (1949), los dos fueron aún más niños, y de familias pobres.
El de poco pelo nació en 1906 y el de pelo espeso en 1910, pero los dos lucharon en su infancia contra el infortunio, aunque de diferente manera. Así, mientras el primero emulaba al famoso piloto Niles Smith, provisto con unas gafas de cartón y montado sobre una bicicleta decorada con dos hélices de bambú, el segundo se refugiaba en los estudios y en los libros. Ninguno consiguió título académico alguno porque jamás les hizo falta.
La culpa de que se conocieran la tuvo un tal Hiroshi Takeshima, común amigo, quien alentó al de traje gris a que tomara contacto con un mecánico de motocicletas e inventor de Hamamatsu, que andaba buscando financiación para su empresa. El de Hamamatsu era, obviamente, el de mono blanco, quien recordando el momento en que conoció al que sería su socio lo describe así: «En cuanto vi su cara, me gustó. Después de hablar un poco con él, pensé que era un tío estupendo, porque tenía una personalidad completamente diferente de la mía. Mientras hablábamos, descubrí que era un romántico. Era el tipo de hombre que, teniendo ideas elevadas, convertía los pensamientos en actos con sus propias manos. Tuve también la impresión de que era un hombre que si no podía hacer algo él mismo, sabía muy bien cómo hacérselo hacer a los demás. Si hubiera sido un hombre que no hacía más que perseguir sueños, no me habría impresionado.» El de la derecha según se mira, recuerda el mismo encuentro de forma más escueta y de la siguiente manera: «No tuve ninguna impresión especial; lo único que hice fue pensar: éste es Soichiro Honda, con el que he decidido dedicarme a los negocios.»
Soichiro sabía muy bien lo que significaba ser un soñador porque él lo era, y con razón alababa que el otro no lo fuera, porque ambos alentaron una de las aventuras más interesantes de la historia del automovilismo: Honda Motor Company, y lo es porque todavía se pone de ejemplo como sociedad mercantil perfecta, donde un socio idea y crea, y el otro le cubre las espaldas, sin interferencias, sin reproches, porque la mutua confianza es la base de la relación.
…
Me ha dolido el silencio sobre el socio de Honda en la rememoración a cuenta del Fukuillazo, lo reconozco, ya que Takeo Fujisawa, el del traje gris, es Honda Motor Company de pleno derecho, porque mientras Soichiro era vanguardia él era segura retaguardia, y el gran mecánico de motocicletas de Hamamatsu lo sabía, lo supo siempre: el pequeño Takeo fue su compañero de sueños con los pies en el suelo.
Siempre remarcó que Soichiro jamás le preguntó o se interesó por los beneficios.
ResponderEliminarSe jubilaron el mismo día en 1973.
Bonito recuerdo para un gran desconocido.
Da gusto leer estas cosas, Orroe, este blog es impresionante.
ResponderEliminarGracias a los dos ;)
ResponderEliminarUn abrazo
Jose
¡Qué bonito artículo!, me gusta mucho lo que escribes y cómo lo escribes (XDDDD). Y qué lección la de estos caballeros, como sociedad empresarial y como forma de vivir!..."compañeros de sueños con los pies en el suelo": envidiable hoy día.
ResponderEliminarMerecido reconocimiento, Jose.
Un beso
Concha
Buenos días a todos ;)
ResponderEliminarConcha... zalamera XDDDD
De todas formas sí que se echa en falta algo más de honestidad en las relaciones. Sí, es envidiable el buen rollo que tuvieron Soichiro y Takeo ;)
Profesor ;) Gracias.
Un abrazote
Jose
Fantástico. Una encantadora visión de esta sociedad ya legendaria.
ResponderEliminarHola Jose,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada. Es muy fácil con ella entender el espíritu de Takeo y Soichiro y también, gracias a ella, me ayudas a comprender un poco más el espíritu de la F1 que habéis cocnocido y que evidentemente, hoy en día se está diluyendo de trás de esta pandilla de vendedores de humo. Creo que, aunque no es plato de gusto ver lo que era y en lo que se está quedando, tenéis suerte de haberla conocido y disfrutado. Los que no la hemos vivido tenemos suerte de que vosotros la contéis. De todas maneras me quedo con una frase tuya de un comentario de otra entrada, quizá un poco adornado...
Puede ir todo controlado por la tecnología pero, al final, hay un señor que se sienta dentro y tiene que pilotar la máquina a 300Km/h, y es humano, y tiene que buscar los límites de su máquina para ser el mejor y para mí, esa es una de las esencias de la F1.
Pero la F1 va más allá porque también es una carrera de tecnología y diseño y esa es la parte que se están cargando, quizá el elemento diferencial con el resto de competiciones, la filosofía de Soichiro y Takeo.
Gracias de nuevo por esta entrada.
Saludos
Me vienen muy bien este tipo de posts para conocer un montón de cosas que son realmente interesantes. Este blog es adictivo jejeje.
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