¿Qué ha hecho Heikki?

Desde mayo pasado, hasta en cinco ocasiones me he referido de forma precisa al extraño papel que está interpretando Heikki Kovalainen en el interior de McLaren; bien preguntando cómo se había diluido tanto después de un esperanzador inicio de temporada [Where's Wally?]; bien afirmando que su labor parecía reducirse a servir de liebre a su compañero [Kenny & The Dragon]; bien denunciando el status igualitario que se vive en la escudería de Woking [Igualdad se escribe con «h»]; bien poniendo de relieve que lo habían sacrificado antes de tiempo [El comodín de la llamada]; o bien culpando directamente a Mercedes-Benz de consentir la misma tropelía sobre el finlandés que ya se perpetrara el año pasado sobre Fernando Alonso [¿Dónde coño está Mercedes?].

Y aunque también me he hartado de decir que para McLaren-Mercedes el campeonato del mundo de constructores de esta temporada carece de valor, pues todo el engranaje está supeditado a la consecución del mundial de pilotos en la figura del hijo de Anthony Hamilton, voy a volver a la carga con el asunto de marras porque ando algo descolocado.

Vamos a ver, el pasado sábado, y por primera vez, Heikki se atrevía a cuestionar en público la eficiencia de McLaren. Sí, a él como a Alonso el año pasado, los neumáticos le habían jugado una mala pasada en calificación, y por el tono utilizado, no parecía que fuera la primera vez que ocurría tan extraño suceso (¡coño, como le pasó en 2007 al Nano!). Para colmo, el domingo iba a sufrir más de lo mismo (pinchazo típico de baja presión). Y para descojono total, se le retiraba de la pista para que no molestara a su compañero de equipo ante la posibilidad de ser superado (Ron Dennis dixit).

Sin tener que recurrir a confabulaciones, espero vuestro consenso en admitir el hecho de que resulta chocante que un equipo como McLaren someta a tal cantidad de despropósitos a un piloto que hasta ayer era 6º clasificado (a 33 puntos de la cabeza), eliminando de un sartenazo al único elemento que podía ayudar al hijo de Anthony Hamilton en este último tramo del campeonato —en la temporada pasada, lo de cambiar las presiones en calificación o en carrera tenía su aquél, porque Fernando suponía una seria amenaza y había que tenerlo controlado—.

¿Qué mal hacía el finlandés calificándose en primera línea? No tengo ni puñetera idea, lo admito. En todo caso, intuyo que con los dos vehículos plateados en primera fila, se podían haber matado dos pájaros de un tiro pues se aseguraba mejor poder meterle 4 puntos a Massa en vez de los 2 que se consiguieron, con lo que el mundial ya tendría dueño. ¿Qué mal hacía Heikki corriendo con un buen coche durante la prueba? No tengo explicación; ni tampoco la encuentro para justificar que le llamaran a boxes, ¿no se había dejado pasar en Hockenheim porque entendía que era más lento?

¿Qué ha hecho Heikki para merecerse esto?

Mal anda la cosa en McLaren para que en 48 horas hayamos asistido a tanta desmesura sobre el titular del vehículo número 23, tanto que no me extrañaría que lo condujera Pedro Martinez de la Rosa en Interlagos, a fin y a cuentas, una indisposición la tiene cualquiera, ya me entendéis.