La ecuación roja

Ha empezado la cuenta atrás para que conozcamos el desenlace de esta triste temporada, y lo ha hecho con un cruce de declaraciones entre los máximos aspirantes al título (el calificativo les viene demasiado grande, pero es lo que hay), con las que ambos han tratado de quitarse la presión de encima. ¡Tela marinera!

Mal que me pese decirlo, el hijo de Anthony Hamilton tiene casi todas las papeletas para poner su nombre entre los pilotos de F1 que han logrado un mundial, lo que me obligará a llamarlo por su nombre (¡joder, qué trago!), aunque sea por demostrar un mínimo de respeto a este deporte que amo tanto, y por supuesto, a sus campeones. Pero como decimos por aquí, «hasta el final del rabo, todo es toro», y por tanto no conviene que menospreciemos la posibilidad de que el británico la líe como en sus mejores momentos, regalando a mi Felipe un título que como ya piden muchos debería quedar desierto, cosa que comparto.

¡En fin! Decía más arriba que es lo que hay y habrá que conformarse con ello, así que puesto a deshojar la margarita de posibilidades remotas en las que el hijo de Anthony Hamilton puede hacer el gamba, sólo se me ocurre que Ferrari comience por no hacer el indio, y que a continuación demuestre, ocupando la primera línea de salida (o en su caso las inmediatamente posteriores, si Fernando logra la pole; o la primera y la tercera si el ovetense se coloca segundo), que va realmente a por todas.

Cumplido este requisito, que a todas luces resulta insuficiente pues el inglés saliendo cuarto podría llegar en el mismo lugar, coronándose campeón mundial, conviene que la de Maranello dote a los Toro Rosso de los mejores propulsores que encuentre, para que Sebastian Vettel intente conseguir lo que logró en Monza y se sitúe cuarto en la parrilla, por ejemplo, facilitando también que Bourdais, con gasolina para un Zippo, le ronde el alerón trasero o se quede muy cerquita.

Al hijo de Anthony le basta con llegar quinto, y a fe mía que por jodernos la fiesta es capaz de hacerlo si sale desde esa posición, por lo que a Ferrari le resulta imprescindible, además, convencer a Nakajima para que se deje los dientes y se coloque justo detrás del británico… no sé, pueden prometerle que si gana en Brasil, uno de los puestos vacantes en 2011 será para él, o algo por el estilo. La cosa es motivarlo, motivarlo mucho.

Si lo del japonés de Williams no cuaja, siempre cabe la posibilidad de que Ferrari le devuelva a Mclaren la jugarreta de Fischella en Shanghai, prometiendo a Force India: motores, apoyo técnico, dos pilotos solventes totalmente gratis, y la posibilidad de que el año que viene sus coches lleven sobre sus carrocerías, el 1 y 2 respectivamente…

Bueno, dejo de desbarrar. Ferrari no es que necesite un milagro para resolver la ecuación que tiene ante sí este próximo domingo, sino que necesita varios, y la cosa de conseguirlos se presenta harto complicada. Al final, y por ser un poco optimista, prefiero pensar que a lo mejor tienen razón los que dicen que para que ocurra uno de ellos bastará con que Fernando esté delante o al lado del inglés… ¡Si tiene que ser así, que así sea!