En apenas unos días hemos pasado de asistir a un inicio de temporada diáfano en el que sólo contaban Ferrari y McLaren, a uno un poco menos claro, en el que se ha hecho imprescindible incorporar a Renault. Como BMW ha decidido ponerse a trabajar en Cheste, alejándose del «fregao» de Jerez, no estaría de más, en sintonía con su comportamiento durante el año pasado, que otorgáramos al equipo alemán el beneficio de la duda y lo sumáramos al elenco de escuderías que pueden contar de cara a la temporada que se avecina.
Nada nuevo, las pretemporadas tienen estas cosas: la falta de datos fiables y el exceso de expectativas, produce alguna pesadilla que otra, y si bien está que hayamos comenzado la de este año previendo el dominio de las escuderías que dominaron el año pasado, el extraño ambiente que se ha creado en el paddock después de la resurrección de Renault, queda fuera de lugar, por el calado forzado que se le quiere imprimir, y por sus protagonistas:
Kimi, por ejemplo: dudando de que el R27 sea realmente un R27, ha puesto en evidencia que lo suyo es conducir magníficamente el coche que le dan, y poco más. Y Hamilton: ninguneando al Nano, ha venido a reiterar que sigue abonado a las pataletas, porque tuvo que dejarse las pestañas, comiendo grava en un par de ocasiones, para superar en muy pocas décimas a su antiguo compañero de equipo.
Tenemos por tanto a dos tipos diferentes (demasiado) que han coincidido en un exceso de confianza, compartido ex aequo con sus respectivas escuderías. El primero por no contar con quien debería haber contado, ya que entre otras cosa tuvo mucho que ver con el título que ahora decora alguna de sus vitrinas. El segundo, por habérselas prometido felices quitándose de encima (eso pensaba) el gallo de corral con quien compartía escudería el año pasado. Y Ferrari y McLaren, por haber vendido la piel del oso antes de cazarlo.
Dicho esto, y por disipar algunas dudas. Si Fernando no es el elemento que ha originado el extraño comportamiento del R27 (como al parecer piensan el finlandés, el inglés, y los que se han hecho eco de sus desvaríos), el quid debería estar en el propio coche.
Así, en el hipotético caso de que el R27 fuese un R28, resulta que en igualdad de condiciones (el F2008 y el MP4/23 son los coches para este año, como el R28), el ovetense se los ha merendado. Además, un R27 sin control de tracción no es estrictamente un R27 del 2007, sino un cacharro algo más rápido (el TCS ralentiza el comportamiento del vehículo en su paso por curva), lo que de suyo nos llevaría a una hipótesis bastante más idiota: que todo el esfuerzo realizado en Maranello y Woking de cara al desarrollo de sus nuevos monoplazas, podía haberse ahorrado, porque habría bastado que al F2007 y MP4/22 les hubieran quitado el control de marras, para que la diferencia con Renault siguiera siendo la que había a finales del año pasado.
Como quiera que la actuación de Alonso ha levantado más de una ampolla y el asunto amenaza con seguir coleando, mientras espero a ver cómo termina todo (ya queda poco), me aventuro a predecir que 2008 va a ser un año dominado por Renault y BMW, con Ferrari y McLaren de comparsas, porque a todas luces el paisaje dibujado hace apenas una semana, a día de hoy se ha quedado muy pequeño, y lo que estamos viviendo comienza a parecerse demasiado a la escena del camarote de la película «Una noche en la ópera», de la cual he tomado frase prestada para el título.
—¿Quiere usted las uñas largas o cortas?
—Déjemelas cortas, que aquí ya va faltando sitio.
Pues eso.
No hay comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.