Mis sueños turcos (türk rüyalari) se desvanecieron el domingo pasado cuando vi a Fernando realizar una de sus peores salidas del año, y eso que van unas cuantas y teníamos dónde elegir. El sábado, a pesar de cabalgar un McLaren tarado con ruedas duras (¡joder con la presión de los neumáticos blandos, a ver cuándo lo arreglan!) todavía lo veía posible, pero no pudo ser.
El domingo, sí, el domingo. Bueno, pues el domingo se evaporaba la poca credibilidad que aún le quedaba al que se autoproclama mejor equipo de la parrilla con permiso de Ferrari, porque en el primer pit stop del asturiano parecía que éste se había equivocado de box, que había sido abducido o que se había metido en el autoservicio de una carretera secundaria. Lo dicho, un repostaje interminable con una carga bastante alta de gasolina, que a punto estuvo de dar al traste con la ventaja obtenida a cuenta de la parada que acababa de realizar Heidfeld un giro antes, pero que bastaba para mantener al de Oviedo lejos de la estela de Hamilton, y me temo que ésta va a ser la tónica en lo que queda de temporada.