El aterrizaje de Lewis Hamilton en Maranello ha suscitado la efervescencia de siempre, y me refiero con la efervescencia de siempre a esa fiebre que eleva la temperatura de quienes precisan estar a la última, y más si El Salvador llega a Ferrari para... bueno, para salvarla, claro.
Gracias a Dios, mientras vivía Enzo Ferrari a La Scuderia no le hacía falta que la salvara nadie, pero a partir de septiembre de 1988 sí —los herederos siempre acaban jodiéndolo todo, la hacienda común también—, aunque debemos a Luca Cordero di Montezemolo la incorporación del fenómeno salvador a la esencia dramática de la rossa. Bueno, al italiano y a la prensa british, tan dada ella a recomendar salvaciones milagrosas a quien se cruza en su camino, sobre todo si el papel protagonista lo va a interpretar un alemán o un inglés, cabe señalarlo.
No me voy a distraer mucho con este asunto pues Nürbu rebosa gloriosas contribuciones al esclarecimiento de esta peculiaridad narrativa, y, desde luego, porque toca salvador británico a partir de este año y tampoco es cuestión de amargar las esperanzas a nadie, y mucho menos a comienzos de febrero.
Bien, el caso es que se asegura que a Ferrari la salvó Michael Schumacher con su dream team by Benetton, pero a partir de ese instante todo ha sido retórica, que no es por nada, pero, desde 2008, último título de Constructores, la de Il Cavallino Rampante no ha levantado cabeza, ni con la triste contribución de Sebastian Vettel a partir de 2015. Pero sí, elevemos al cielo el I want to believe, hagamos caso a los expertos y aceptemos que con Hamilton va la buena.
El caso es que la coño efervescencia recurrente, que es de lo que quería hablar esta tarde, lleva a cometer los mismos pecados de siempre, aunque, esta vez, dulcificados por el atenuante de que la mayoría de especialistas que pululan en redes sociales y plataformas de vídeo y streaming, no ha vivido lo suficiente como para identificar la piedra con la que tropieza cualquiera que valore la grandeza de La Scuderia sólo por lo que ha conseguido en Fórmula 1.
A ver cómo lo digo sin ofender demasiado a nadie, pero antes, mucho antes de que los periodistas isleños decidieran envasar para el microondas la historia de nuestro deporte, convenientemente etiquetada con el Made in UK destacado en letras grandes, ya existían carrerones monumentales y certámenes en los que Ferrari labró su leyenda y su indiscutible peso en el motorsport. Mundial de Resistencia, Targa Florio, Mille Miglia, las 24 Horas de Le Mans, y luego la Fórmula 1, la piedra con la que tropieza todo aquel que quiere hacer cuentas sin saber hacerlas.
Os leo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario