103 páginas pueden parecer un espacio demasiado pequeño para que quepa en él un viaje al infierno con billete de ida y vuelta, pero Jero, a quien ya conocemos en Nürbu en su vibración de poeta [Licorería (Jerónimo Fdez. Duarte)], es capaz de dibujar dentro de tan escasos límites una historia densa, con apariencia de liviana, que estalla más allá de sus límites físicos en Últimos días en otra ciudad, el libro con el que cerramos las recomendaciones lectoras para este verano [#3LecturasEstivales].
Cuentan que los amaneceres parecen más lentos que los ocasos, pero nuestro autor prefiere la celeridad de lo inevitable para enmarcar una aventura centrada en el sentimiento de precipicio que rodea a uno de los protagonistas, que, sin embargo, en sus últimos momentos gira 180 grados y rescata a los lectores mitigando la sensación de vértigo, que no evitándola.
La magia de un entorno que fluye entre unos lugares remotamente conocidos o reconocibles, el mar o las laderas del Atlas como inevitable contraste; el desierto y sus incertidumbres, sus pobladores, sus secretos, y los ecos de esa fantasía que nos rodea incluso en el interior de ciudades como Madrid, Bilbao o Barcelona, o poblaciones de medio tamaño como Tossa de Mar.
Metáforas, resonancias, evocaciones. El viaje como dinámica y tránsito con peaje. Sofía y Jaime buscan su salvación como matrimonio o su aniquilación como antagonistas ficticios que a ratos resultan más veraces que sus figuras de carne y hueso; y el diablo que aparece en el momento menos indicado, o sí, y cambia las cartas, se guarda algunos ases y convierte la timba en una ruleta rusa...
La «segunda oportunidad» es siempre una quimera y Jero retrata sus perfiles en apenas cien cuartillas que valen cada letra escrita. Daros el gustazo y disfrutadlo, al menos como lo he hecho yo, en una obra con trasunto otoñal, cuya extensión va más allá de su pequeño tamaño.
Os leo.
Precioso!
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