The Life Story of Juan Manuel Fangio fue publicado en 1956 por la suiza Edita S.A. Lausanne, es decir, cuando el Chueco militaba todavía en Ferrari y aún no se había retirado, y, lógicamente, tuvo que ser escrito con antelación a esa fecha, lo que nos pone en la importancia de este dato porque en aquel entonces los libros no se editaban con fines espurios, con vistas a una presentación multitudinaria o a convertirlo en superventas, lo que confiere a este volumen un agradable sabor a semblanza genuina del astro argentino.
Hablaba hace ya algunos años con don Manuel Vega al respecto de la perfidia que rodea en la actualidad cualquier tipo de publicación, incluso las periodísticas o las que alimentan las redes sociales, pues el autor del texto se ve asaltado por copiadores y refriteros, demasiadas veces sin reconocer la autoría, y para cuando el lector llega por fin al original, y si es que llega, lo hace con la lección aprendida tras tanto manoseo y ni se molesta en atenderlo debidamente.
Se ha escrito tanto sobre Fangio, él mismo ha sido entrevistado tantas veces, que su lectura puede llegar a suponernos un tedioso rosario de déjà vues, aunque, en sentido estricto, es una de las primeras obras sobre el piloto austral y resulta legítimo pensar que ha prestado contenido, reflexiones y perspectiva, a todo o casi todo lo que vino después, que no es poco, precisamente, lo que lo convierte en uno de mis tesoros de biblioteca más preciados.
Mi inglés leído sigue siendo una castaña pero guardo un increíble recuerdo de la primera vez que me acerqué a sus páginas, no muchas, la verdad, apenas 78 en las que también se muestran abundantes fotografías.
Escrito por el periodista deportivo Ronald Hansen en comandita con el también periodista e investigador Federico B. Kirbus, prologado por Ricardo Lorenzo, aka Borocotó, The Life Story of Juan Manuel Fangio merecía una anotación en Nürbu, y ello a pesar de que mi penosa relación con el idioma de Shakespeare me impide hacer una valoración literaria como Dios manda, pero puesto que antaño ejercer el periodismo y escribir bien eran casi sinónimos, con vuestro permiso afirmaré que es seguro que satisfará los paladares más exigentes.
Os leo.
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