Mientras muchos aficionados mexicanos han pasado con Sergio de cantar el Asturias patria querida a la fase de bajona, algunos empecinados en no dejarle solo ni en la cresta de la ola que levantaron papá, la Fox y los cretinos que abundan en todos lados, vemos en su sonrisa el matraz donde macera la esperanza.
Desde el jueves el pabellón de Jalisco comparte altura y ondea a la par con los lobos de la Casa Isusi sobre Gorliz, y anda el Duque pintarrajeado de azul lapislázuli y envuelto en plumas de colores, bailando como Huitzilopochtli antes de la batalla, un poco por los que seguimos creyendo en los secundarios de lujo, esa gente que facilita que a los elegidos los arrase el sol de los focos.
De momento nuestro héroe se mantiene a salvo del tsunami que asuela Milton Keynes, punto a su favor, y entretanto se ha marcado dos segundos puestos de dos ocasiones posibles, Bahrein y Arabia Saudí, lo que le convierte en firme candidato para repetir subcampeonato en 2024 y la fiera que no tendrá nadie detrás como Max doble la rodilla en una carrera cualquiera, un suponer.
Riccardo es quien mejor sonrisa tiene —indiscutible—, pero a las que hay que atender en la parrilla son a las de Fernando y Checo. El asturiano y el de Guadalajara no mienten con los dientes ni los labios, ni los ojos. Saben algo y sonríen. Están enchufados y sonríen. Han aceptado su posición y sonríen. Están prestos a desatarse como dardos de ballesta, y sonríen los muy cabrones...
Queda mucha temporada por delante pero está bueno ver a Sergio sonreír tan temprano porque su serenidad alegre promete dos o tres rejonazos, dos o tres Pérez en lo alto del podio, dos o tres tricolores soberanas, dos o tres Mexicanos, al grito de guerra, sonando atronador por encima de los que han vendido su alma por treinta monedas con la efigie de Carlos III estampada en su cara, que así sean de plata pura no lograrán opacar jamás que un hijo de la chingada, mesoamericano y no europeo, navega en el Mundial muy por encima de Leclerc y Hamilton, quizás porque ha entendido, por fin, que ser el segundo de Verstappen en Red Bull no es un mal sitio.
Os leo.
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