Niki ha hecho suyo el Nordschleife y corretea entre árboles y matorrales buscando con el hocico rastros y madrigueras, espantando conejos, ardillas, pájaros, olfateando el aire mientras mira de reojo por si Lola se despista y se pierde y él tiene que volver sobre sus pasos para señalarle el camino de retorno a casa, y que le deje allí acostarse a reposar junto a sus zapatillas, para roncar un rato si finalmente el sueño le puede.
Dicen de los perros que no son tan listos ni tan hábiles ni tan orgullosos como los gatos, pero quien lo afirma sabe poco o nada de ellos; sobre todo, conoce poco al filósofo de cuatro patas que consintió, cuando perrete, que le ciñeran la cabeza con el nombre de un piloto mítico y bocachancla, que, una vez dentro del habitáculo, se convertía en un poeta que componía los mejores versos de su tiempo sobre el asfalto y sólo tomaba el volante para batirse, como Quevedo.
Fue Lola quien le llamó Niki, y allí mismo Niki la adoptó y se juró que a Lola nunca le diría que no aunque el discurrir de los años lo fuera convirtiendo a él en un sabio mientras ella seguía siendo su niña querida.
Niki no sabía ser pasado sin Lola, ni ha sabido ser presente sin Lola, ni quiere ser futuro sin su pequeña.
Confidente, amigo, compañero de fatigas, de horas de estudio, tropezones y alegrías, cuando ha solicitado que Lola le soltara la correa y le dejara correr libre por las entrañas frondosas de las Eifel, le pedía también perdón por los desvelos originados, los duelos silenciosos y las lágrimas que algunas veces ha lamido de sus mejillas. Perdón por ser perro y no príncipe humano. Perdón por los achaques y las facturas que presenta al cobro la salud, su edad. Perdón, en definitiva, por verse obligado a poner un punto y seguido a una historia que le gustaba tanto.
No se ha ido, no sabría, no querría irse. Los perros no saben pronunciar hasta luego; además, Niki jamás puso interés alguno en aprender a esbozar tan preciso binomio de palabras porque le bastaba ahuyentar avecillas y asustar topos y ratoncillos, mientras tenía a Lola en la retina por si ella no sabía retornar al hogar y él se veía en la urgencia de rescatarla...
Qué bonito Lola.
ResponderEliminarMuchos ánimos.
Margot.