En nada nos ponemos en el Día D del despiece de diseños para esta temporada —que si circula por ahí una filtración, que si me han contado, que si sé de buena tinta, que si acabo de hablar con un ingeniero que prefiere no ser nombrado, que si patatín y que si patatán; en fin, la retahíla de todos los años por estas fechas—, y, quien más o quien menos, tratará de pasar por tuerto en reino de ciegos pues el verano queda lejos y para entonces ya se habrá olvidado lo que se dijo a comienzos de temporada.
Volverá el tema recurrente de las branquias en las carrocerías y las eternas discusiones en redes sobre si generan resistencia al avance o son una obra de arte, y, como si lo viera, seguiremos sin hablar del calor como fenómeno indispensable y elemento clave en el comportamiento aerodinámico de los monoplazas.
Tal y como anda el patio tampoco se puede pedir demasiado, la verdad. Dos años con unos bajos más curvados que la órdiga bendita y todavía hay quien se refiere a ellos como «fondos planos». El moderno efecto suelo tiene poquísimo que ver, por no decir nada, con el utilizado a finales de los setenta y comienzos de los ochenta del siglo pasado, pero ahí sigue el conceto, plenamente vigente...
No pretendo aburriros, ni mucho menos descubrir el Mediterráneo. Sobre las branquias sólo comentar que en esencia no son buenas ni malas, y que en ingeniería, siempre se adoptará cualquier solución aparentemente perjudicial si su uso acarrea un beneficio en términos de rendimiento. Bueno, los Red Bull son más limpios que sus rivales y eso puede generar algún equívoco, no tanto por el diseño de la carrocería en sí, sino porque tendemos a categorizar entre mejores y peores en vez de preguntarnos por dónde disipan el calor los coches de Newey y qué función da el Mago de Milton Keynes a las altísimas temperaturas que se producen en el interior de sus cacharros.
Lo cierto es que la cosa no es nueva. El bueno de Adrian siempre ha buscado aprovechar el calor como no consiguen hacer sus oponentes.
Yo huiría como de la peste de quien os cuente milongas o abunde en lugares comunes, pero ya sois mayorcitos, así que haced lo que buenamente podáis.
En todo caso, os sigo recomendando a Jero Garzón. Es un gran tipo que conoce de la influencia térmica en las superficies, dice «fondo curvado» cuando habla del suelo de los actuales coches y entiende que, aunque por extensión llamemos «efecto suelo» a la obtención de downforce, existen notables diferencias entre el de hace varias décadas y el que se emplea ahora. Además tiene el don de la naturalidad en sus exposiciones, resulta tremendamente didáctico y no siente ninguna necesidad de precipitarse en sus estimaciones.
Os leo.
Yo recuerdo que en el otro trabajo habia un tipico cuñao, bueno, mas bien un engañado, que se creía la propaganda esta de que los coches de formula 1 tienen mucho que ver con los de calle y demás cosas publicitarias.
ResponderEliminarRecuerdo que conseguí convencerle de lo contrario cuando le conté que hoy sabemos una de las principales ventajas competitivas del RB de Vettel era que tenia unas mariposas móviles en los tubos de escape que dirigían el calor a tope hacia los neumáticos para requetecalentarlos y luego se movian para alejar el calor cuando hacia falta. Por mucho que pensó, no pudo encontrar formas de que esto fuera útil en los coches de calle algún día. Y esto es solo un ejemplo, lo que se hace en F1 es saltarse creativamente el reglamento, no tiene nada que ver con el coche que tiene que durar cientos de miles de kilometros.