Para ser el inicio de un dominio insoportable, a decir de Toto Wolff, Lewis Hamilton, y cuantos creen que una temporada con Verstappen imponiendo su ley de cabo a rabo es causa suficiente para considerar que el espectáculo sale lesionado —¡anda que no las hemos sufrido con Vettel o el Hijo de la Brisa durante sus respectivas hegemonías!—, 2022 comenzó de manera bastante alegre y dicharachera.
Vamos, que si en Bahrein Ferrari concretaba un inicio de campaña francamente prometedor, liderando ambas tablas, a la salida de la segunda prueba del calendario los tifosi continuábamos dando palmas con las orejas y frotándonos los ojos.
La cita arrancaba con Checo Pérez obteniendo la pole position y Charles Leclerc pisándole los talones a 25 centésimas. El vigente campeón del mundo, incómodo con su trasto todo el fin de semana, sólo pudo auparse a la cuarta plaza, inmediatamente detrás del Ferrari de Carlos Sáinz.
Pérez gobernó con mano de hierro los primeros compases del Gran Premio de Arabia Saudí, celebrado el domingo 27 de marzo, incluso adelantó parada para despegar al monegasco de la rossa, pero el accidente de Nicholas Latifi en el giro 14 trastocó todos los planes y arruinó las posibilidades del mexicano de Red Bull. A partir de ese momento asistimos a un monólogo de Leclerc como líder —antes del Safety Car ya era primero pero aún debía entrar a cambiar gomas, cosa que hizo con la carrera interrumpida.
El Virtual Safety Car decretado en la vuelta 38 por los abandonos de Alonso y Ricciardo, y la necesidad de retirar sus coches en Jeddah, supuso un enfriamiento perjudicial para las gomas del F1-75 de Leclerc, circunstancia que aprovechó el numero 1 de Milton Keynes para atacar a su oponente, doblegándolo por completo a cinco vueltas del final...
¿Excesiva comodidad, dominio, aburrimiento...? ¡Están locos estos ingleses!
Os leo.
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