Lo ceremonial que le queda a éste nuestro querido y alegre deporte, lleva dictando desde comienzos de temporada que se magnifique el juego limpio que impera en la disciplina con sus pequeñas y razonables sombras.
No está mal que así sea a pesar de que suponga pecado de redundancia aludir con insistencia a una característica que, por defecto, es exigible a toda actividad deportiva. Ser limpio es lo normal, por aclararnos, y portarse sucio es una anomalía...
Ahora bien, puesto que este próximo 3 de agosto se cumplen 16 años desde que abrí hostilidades con los medios británicos, después de edades aguantando sus impertinencias, considero que este cambio de rumbo se debe, más bien, al empeño por continuar sembrando dudas sobre Verstappen, sustantivando por pasiva que, de momento, no le ha salido su vena agresiva, lo que abundaría en la criminalización deportiva del holandés desde que se coronó por primera vez Campeón del Mundo, y, de paso, facilitaría perpetuar un poquito más la supuesta injusticia sufrida por Lewis Hamilton en Abu Dhabi 2021.
Es cierto que la superioridad aérea y terrestre mostrada por el actual bicampeón ayuda los suyo a que las aguas bajen tranquilas, pero tampoco podemos perder de foco que uno y otro (Manolo y Pepe) se han distinguido por su agresividad al volante cuando no las tenían todas consigo, lo que me lleva a recordar aquello de que dos no llegan a las manos si uno no quiere, y que, hace dos temporadas, hubo más responsabilidad dentro del habitáculo del #44 que en el del #33 en los bochornos que padecimos en Silverstone y Monza, por ejemplo.
Opiniones aparte, lo que sí tengo meridianamente claro es que sin la intervención del hooliganismo de los medios ingleses habríamos vivido más tranquilos entonces y hoy podríamos hablar con menos hipocresía y más salud de Fair Play.
Quedamos así, que diría Jero Fernández. Os leo.
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