Recuerdo con ternura aquella época que me tocó vivir, en que la sección de anuncios por palabras de los diarios rebosaban gratitud por los cuatro costados: ¿alguien de casa se había curado de una enfermedad?, «gracias por los favores recibidos»; ¿la niña o el niño habían superado unas oposiciones?, «gracias por los favores recibidos»; ¿la tía Julia se había acordado de ti en la herencia?, «gracias por los favores recibidos»...
El mensaje iba dirigido al Cielo pero las que hacían caja eran las cabeceras, tan celosas ellas de cubrir gastos a fin de mes, y ojito, pues no era lo mismo publicar el agradecimiento en un periódico de provincias que en el conservador y monárquico ABC de la capital del Reino.
En fin, con esto de Checo en Red Bull hay muchísimo que agradecer, no al Altísimo, obviamente, sino a la denodada labor de zapa de la prensa británica, que, incapaz de contarnos qué se cuece entre las bambalinas de Brackley, ha decidido posar sus ojos en Milton Keynes por ver si socava al coco que ya ha metido dos goles por la escuadra a Hamilton y luce en el campo con posibilidades de encajarle el tercero.
Y es que sí, aunque duela leerlo el heptacampeón también juega este partido, como disputó el del año pasado, igualito que le tocó a Sebastian cuando era Lewis quien lo destrozaba en pista, cuando el de Heppenheim no soportaba la presión o Ferrari simplemente no llegaba a la suela de los zapatos de la excelencia anglo-alemana tanto en fábrica como sobre el asfalto. Eran otros tiempos, sin duda, también para los medios anglosajones.
Sergio viene que ni pintiparado para la nueva versión del catecismo. Cuando no está Verstappen llega él, cuando Max necesita apoyo también está él; suma para el equipo y muestra su mejor cara en cuanto le dejan. Nadie diría que el de Guadalajara no hace exactamente lo que tanto se alababa en Valtteri Bottas durante su etapa en Mercedes AMG, salvo porque los chicos de la british press afirman lo contrario con la colaboración necesario de los especialistas y el hooliganismo mexicanos.
Bien sabéis que he rezado mucho por Pérez en Nürbu y lo feliz que me hacen sus éxitos y hazañas. Lo disfruto, y me satisface más poder hacerlo con un piloto que en 2013 no era el tipo que necesitaba McLaren pues poco menos había tocado techo en su carrera profesional y, según los expertos, ni podía ni iba a dar más de sí.
Prácticamente han pasado 10 años desde aquello y ahora es el sujeto de los malos rollos en Red Bull, porque supone una china en el zapato de su compañero y precisa que Horner sea valiente y le dé alas... ¡claro que sí, guapi!
No me gustó la manera en que Verstappen se sacó el puntito extra en Jeddah el domingo pasado, como tampoco me gustó que obligaran a Bottas a renunciar a su victoria en Rusia 2018 en favor de Hamilton. Las escuderías saben con qué tipo de fuego juegan a estas cosas y dejo que hagan porque tampoco puedo hacer otra cosa que seguir disfrutando cuando Checo destella incluso a pesar de su muro. Y lo agradezco, y espero más, desde luego, aunque no me llegue la calderilla para publicar «gracias por los favores recibidos» en la Autosport, por ejemplo.
Os leo.
Enhorabuena, no sólo es un gran artículo el que has escrito sino que ha resultado premonitorio con lo que ha pasado hoy...
ResponderEliminarUn saludo!