Años rogando a Carlos que comenzara un temporada sin tomarse tanto tiempo como tenía por costumbre, va el cabroncete, nos hace caso, pero nos toca un cambio de ciclo en Maranello, que es como estrenar escena en el Apocalipsis según San Juan...
Lo bueno de todo esto —lo tiene—, es que se nos van viendo los costurones a todos y para algunos ya resulta tarde ocultarse.
No hay Ferraris buenas o malas, existe una Ferrari a secas, tendente al drama y gobernada ahora por un señorito que responde al nombre de John Elkann, capaz en su día, anunciando a Charles Leclerc como sustituto de Kimi Raikkonen, de matar lo poco que nos quedaba de Sebastian Vettel vestido de rosso, o de apartar recientemente a Mattia Binotto para que el timón de La Scuderia en la remontada lo lleve Fred Vasseur.
Así, a ojo de buen cubero, calculo que a lo debido hasta el momento habrá que sumar tres o cuatro temporadas más de sequía, pero tampoco os lamentéis por los tifosi, fuimos forjados en la Fragua de Vulcano sección «irreductibles», y aguantaremos lo que no está escrito así caigan chuzos de punta y haga ahí fuera un frío de cojones.
Carlos, sí, Carlos, ni me he olvidado ni pretendo esquivarlo, ya que donde Il Predestinato lo tenía todo para reverdecer las atmósferas que rodeaban a Michael Schumacher en su etapa de esplendor —de Kimi nadie se acuerda, ni de Fernando, of course!—, el madrileño nos ha salido china en el zapato del monegasco y sus entregaditos, y, ahora mismo, lidera las escasas posibilidades que tiene la de Il Cavallino este año.
Y ni tan mal si fuésemos tan equidistantes como parecemos en redes sociales, pero este escenario no se corresponde con la realidad, ya que para demasiada gente equidistante el madrileño no puede superar a Charles ni portar la llama de Ferrari ni poyas en vinagre. No, no y no, y como alguien insinúe que sí dejarán de respirar hasta que les den la razón...
¿Qué hacemos con el hoplita? Yo lo tengo meridianamente claro: disfrutar de él porque ha cerrado filas y se lo está currando en un instante, además, en que a Manarello le sobran llorones, ruidos y politiqueos.
Os leo.
Bueno, a decir verdad Charles iba por delante de Carlos antes de que su Ferrari le dejara tirado, pero lo que más me fastidia es que Sainz deba sufrir el mal ambiente de la Scuderia cuando llegan las prisas y las urgencias históricas. Y eso solo por una carrera en una pista de asfalto muy especial, qué el Altísimo nos pille confesados...
ResponderEliminarCharles sigue siendo el favorito para Ferrari para liderar la escudería por mucho que nos quieran vender la igualdad y a las pruebas me remito con la salida de Binotto y la llegada de Vaseur.
ResponderEliminarDicho lo anterior, la pista es el verdadero juez si no median ayuditas por medio. Si en algo destaca el monegasco es en clasificación, donde casi siempre termina realizando una vuelta estratosférica para ganar a su compi. También he de decir que en carrera suele ser un luchador brillante al que las ansias le pierden en bastantes ocasiones.
Ferrari es un destroyer de pilotos. Intuyo que cuando se vea quién puede ser el próximo equipo rival de los energéticos, el predestinato se postule a ocupar una plaza en esa escudería y realice una espantá a corto plazo.
Hablando de Carlos, esta temporada puede ser muy buena para echarse el equipo a la espalda, agachando las orejas y luchando contra los rivales con las armas que le proporcionen. Su mayor enemigo está en casa y no es precisamente Charles, si no aquellos que lo quieren relegar. Es probable que este año el madrileño se gana el cariño eterno de los ferraristas y quién sabe si también el de sus dirigentes.
Un unicornio verde ha aparecido en el juego, todos le vigilan, algunos ya le desean, pero sus asientos tienen candado.
Un saludo de un alonsista
Sin duda, Luis. Charles iba delante y clasificó mejor el sábado, pero quedaban 18 vueltas cuando el SF23 dejó tirado al monegasco y Carlos heredó la posición, pero el español no dejó de pelear hasta en banderazo final...
ResponderEliminarY lo recalco porque desde el año pasado vamos viendo cómo se enmierda al madrileño con hipótesis a «lo Cid» que ganaba batallas después de muerto. Si Leclerc esto, si Leclerc lo otro, pero no, Leclerc abandonó en la 49 y ahí mismo se acabó su historia sobre el asfalto de Sakhir.
La equidistancia supone mal camino para los posturitas porque siempre se les acaba viendo lo sucias que llevan las enaguas. Les molesta Carlos, querrían que fuese un «Checo para Verspatten» con Charles y asimilan mal los resultados: Carlos cierra filas, llora poco y genera menos ruido que Charles, y punto ;)
Abrazote grande
Jose