Iceman se estrenó ayer en la NASCAR con no demasiada fortuna, cosa irrelevante para los que disfrutamos del finlandés incluso dando de beber a un perro sediento, porque lo importante es que siguen corriendo por sus venas las mismas ganas de siempre por probar horizontes nuevos.
Haber dado la espalda a la Fórmula 1, a lo que significa en la actualidad eso que dicen que es la máxima expresión del automovilismo deportivo, le ha sentado a Kimi bastante mejor de lo que auguraban los necios que no saben sacar su cabeza del ombligo. Ahí lo tenemos, en yankilandia, alegrando la vida de Martín Herzog, sumando una nueva muesca en las cachas de su revólver mientras el cine a lo peor se inspira en Lewis Hamilton para hacer una película.
Si viviera Steve McQueen y quisiera rodar una cinta sobre nuestra disciplina, todos sabemos en quién se fijaría, pero, desgraciadamente, esa es otra historia...
Os leo.
Nuestro más cálido homenaje para el tipo que se estrelló en su última carrera en F1 porque no le salía de ahí aguantar las chuminadas y homenajes al final de la misma.
ResponderEliminarMucho mérito el de Kimi por mantenerse media vida en el gran circo sin plegarse a sus reglas y convenios. Y encima Campeón del mundo riéndose en la cara de los British.
¿Qué más se puede pedir?