sábado, 6 de agosto de 2022

Tracción integral

Esencialmente, el interés por la tracción a las 4 ruedas en la Fórmula 1 de finales en los sesenta del siglo pasado, se debía a la necesidad de obtener mayor rendimiento en el paso por curva que los rivales que usaban tracción trasera, y se asienta en esta época determinada porque ya se dispone de la tecnología necesaria para abordar la solución con cierto rango de éxito.

Como hemos mencionado en otras ocasiones, la 4WD ya se usó en otras disciplinas y en la propia F1 vio la luz en 1961 con el Ferguson P99 [A Stirling le gusta éste]. Después se abandonó en competiciones de velocidad, debido, fundamentalmente, a que mover unas gomas cada vez más anchas requería de bastante potencia y mucho apero (al menos 2 diferenciales, algunos metros de árbol de transmisión, etcétera), y esto elevaba el peso del vehículo, amén de que una avería, por pequeña que fuese, requería tanto tiempo para ser arreglada que, normalmente, acababa con las posibilidades de volver a pista.

Como contábamos hace menos [¡Qué tiempos!], 1969 fue fructífero en cuanto a alternativas de monoplazas con tracción total y nuestra disciplina contó con al menos cinco candidaturas que por diferentes circunstancias no fueron más allá. Desde el Matra MS84/1, el McLaren M9A 4WD y el protagonista de esta entrada, hasta el Ferrari 312B integral cuyo diseño fue bloqueado por Il Commendatore, y el Cosworth 4WD que nunca llegó a correr a pesar de estar listo para hacerlo, y al que hemos dedicado más de una coplilla en Nürbu.

Bien, el Lotus 63 fue tanto heredero del 56 de Indy 500 [La Guerra de las Galaxias] como hijo de esta época de investigación y experimentación que estamos acotando y mencionábamos Jero y yo en nuestra última tertulia [Cómo llegó el efecto suelo a la F1 P.2].

Con ejes que disponían de ruedas de diferente diámetro y anchura delante y detrás, trató de conjugar lo mejor de un tracción trasera con las ventajas del 4x4, pero su peso resultaba elevado y acabó por no compensar continuar desarrollándolo, debido a que no ofrecía un comportamiento homogéneo, resultaba duro de conducir, y era demasiado tendente a sufrir averías.

Como anécdota, contar que en la edición de la Indy 500 de 1969, Colin Chapman volvio a la carga con las cuatro ruedas motrices en el Lotus 64, un monoplaza bastante más tradicional que el 56 de 1968, y que, en vez de turbina, usaba un motor Ford DOHC 90° V8 Turbo.

El 64 tuvo una vida efímera. Mario Andretti lo destruyó completamente al salirse de la pista del Speeway durante los entrenamientos...

Os leo.

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