A misa y repicando

La que nos viene encima va a ser mundial. 

A final de mes renueva Alonso por Alpine, o no, quién puede decirlo, aunque los que han pasado estos años rebañando los esfínteres de cuantos abogaban por la sostenibilidad de la actividad reduciendo entrenamientos, quitando horas al túnel de viento, al CFD, anulando el cafecito mañanero, etcétera, ya han tomado posiciones y claman ahora por el derecho a kilómetros de calidad para noveles como Oscar Piastri, que a lo mejor sí o a lo peor no porque el australiano puede salirnos en Fórmula 1 un Pascal Wehrlein, naufragar con esa hipotética Alpine que sólo tiene en mente Otmar, o no le sonríe la suerte y acaban despachándolo como a Jaime Alguersuari, con nocturnidad y alevosía y sin hueco para continuar en la parrilla, en ninguna parrilla.

A ver, la especulación con la carne joven es un negocio tan viejo como el mundo, y viven de él los trileros que juegan con los sueños de los demás mientras afirman estar en el lado correcto de la historia.

El problema, a mi modo de ver, no es Fernando u Oscar o Alonso vs. Piastri, sino que uno y otro carecen de espacio para medirse como deportistas de élite, algo que, de existir, obviamente, mejoraría considerablemente la calidad de eso que llaman máxima expresión del automovilismo deportivo pero se nos ha llenado de Latifis, Strolls o Mazepines y atorrantes de diferente pelo y condición.

Lo rijoso del asunto es que estos que exigen una oportunidad para el pupilo de Webber son los mismos que han aplaudido con las orejas la definición actual de nuestra disciplina y pretenden estar ahora a misa y repicanco campanas, cuando hasta mi abuela sabía que son actividades incompatibles. Oscar es carne fresca y a muchos se les hacen los dedos huéspedes imaginando su brillante futuro, pero con esta Alpine y Szafnauer a los mandos, me temo que a lo peor acaba hecho picadillo. En todo caso, no es un asunto que me quite el sueño.

Os leo.