Salvo el Alpine, que veremos mañana, y el Alfa Romeo, al que pudimos ver en camouflage version hace unos días, toda la parrilla ha salido de la caja para gozo y regozo de los desesperados entre los que me encuentro, obviamente, que uno tiene sus asperezas pero también corazoncito, aunque, como he venido avisando con antelación, este año me lo estoy tomando con bastante parsimonia porque hace tiempo que me curé de las ceremonias de exaltación del ¡ya están aquí!
A ver, los trastos (todos), van a sufrir modificaciones de mayor o menor calado antes del Gran Premio de Bahrein y prefiero esperar un par de semanas a que se aproximen a lo que veremos realmente durante la temporada, antes que desenfundar el teclado y liarme la manta a la cabeza perpetrando análisis —los acabaré haciendo, descuidad—, básicamente debido a que, a mi modo de entender, aún no hay mucho que contar, ni siquiera de aquellos vehículos que ya han probado asfalto.
En estos instantes da lo mismo lo que piense yo, para que nos entendamos.
También es verdad que no quiero correr el riesgo de convertirme en ese hombre que no teme al poder con el que sueña Cuca Gamarra y prefiero tomármelo con calma, porque, en sentido estricto, no hemos desempaquetado los regalos sino que hemos hecho unboxing de un puñado de artefactos, la mayoría preciosos, que cobrarán sentido cuando podamos comprobar cómo de bien (o de mal) funcionan bajo una normativa que los equiparará en pista.
Os leo.
Hasta la primera carrera ni caso.
ResponderEliminarAl menos, este año, no estará la parrilla ordenada estrictamente por presupuesto.