miércoles, 29 de septiembre de 2021

El Club de la perca del Nilo

Cuentan que cuando Eddie Jordan comenzó a codearse con los grandes del paddock, Ron Dennis lo recibió con estas palabras: «Welcome to the Piranha Club...»

Existe un libro que toma de esta referencia su título «The Piranha Club; Power and Influence in Formula One» —no lo he reseñado en nuestra serie dedicada a los volúmenes de mi biblioteca [Libros] porque, en realidad, no logré pasar del segundo capítulo y ahí anda el pobre, cogiendo polvo en la estantería mientras mejoro mi inglés—, y, en líneas generales, se puede decir que existe una vasta tendencia periodística que sigue abusando del timito pirañesco a pesar de que los tiempos han cambiado tanto que ni quedan representantes de aquella cultura, ni los actuales gestores de escudería admiten esa etiqueta sin que se les despegue.

Es importante retener que los integrantes del auténtico Piranha Club eran gente que había cristalizado sus cualidades en Fórmula 1 a base de experimentar, y a veces abusar, del acierto vs. error. Todos eran carreristas puros que habían triunfado de una u otra manera compitiendo con rivales iguales o mejores, sacando ventaja de donde muchas veces no había, colonizando a huevo territorios desconocidos y, obviamente, abriéndose paso a dentelladas. 

Para ellos, el dinero y el poder, la influencia, como apunta Timothy Collings en el subtítulo de su obra, eran el premio a una labor obsesiva que los había convertido en gigantes. Sus imperios eran suyos porque ellos los habían levantado.

Hoy nuestra actividad es una inversión que necesita gestores. Los fondos de capital riesgo, las corporaciones, etcétera, precisan otra mentalidad al frente de sus negocios, más cauta, más reacia a los experimentos, más política, en una palabra, que rechaza competir en plano de igualdad y se muestra temerosa ante cualquier tipo de sorpresa. Nuestros últimos reglamentos son un fiel reflejo de esta actitud.

No me extiendo. La actual concertación de recursos humanos y técnicos ha convertido nuestro deporte en una actividad controlada (políticamente) por muy pocas manos. En el caso de Toto Wolff, por ejemplo, prácticamente el 40% de la parrilla depende de sus decisiones, estados de ánimo y jugadas de ajedrez. No discuto que esto suponga un éxito, pero no me parece el mejor camino... 

La perca del Nilo (Lates niloticus) fue introducida en el Lago Victoria en los sesenta del siglo pasado. Era un pez mediano que aportaba mucha carne y favorecía tanto la pesca para consumo propio como industrial, actividad incipiente entonces. Carnívoro, voraz, sin depredador natural, en unas pocas décadas se ha convertido en un animal que supera los 200 kilos de peso y mide alrededor de 1'5 metros de media, que ha acabado con la mayoría de especies del lago y ahora incluye en su dieta a sus congéneres mientras el Victoria se pudre porque se ha destruido el equilibrio que le aportaba su biodiversidad.

En nuestro ámbito, las percas hace tiempo que se introdujeron de puntillas, pero es un hecho que han acabado con las pirañas, y que supone una alarmante incertidumbre imaginar dónde nos lleva Liberty Media con su política de continuar engordándolas.

Os leo.

2 comentarios:

  1. Gran metafora...

    Tengo la impresion de que hemos vuelto un poco a la epoca del motor Cosworth, el sueño de tito Bernie, pero de una forma muy rara.

    Ahora mismo, excepto solo los motoristas, (Ferrari, Renault, Red Bull), todos los demas pierden el culo por llevar el motor Mercedes. Incluso se ha hablado que Alfa Romeo, la supuesta hermana de Ferrari, tambien quiere obtener como sea el motor mercedes. Y Red Bull es motorista a su pesar, en realidad tambien les gustaria llevar el motor mercedes.

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