A deal

Abusando de vuestra confianza seguiré creyendo en esto del motorsport, siquiera porque hoy Amama cumple 94 años mientras ocurre que Álex retiene el liderato en IndyCar y en unos días visitamos las 24 Horas de Le Mans, motivos, todos ellos, para considerar que más allá de las corruptelas y los listos de todos lados, existe en las carreras un periodo sagrado en que el piloto y su máquina son dueños de su propio destino, hasta que el ingeniero de pista recuerda por radio que quien paga manda...

Que corra él, ¿no? 

No, quien paga echa las cuentas y hace pronósticos y establece las prioridades, antes con lapicero sobre cuaderno de cuartillas, hoy ayudado, dice, por esos mismos algoritmos que aseguran que en Gorliz hace soleado cuando conviene ponerse el choto de la sudadera porque llueve. Feigenbaum sigue probando qué tal van los días de 25 horas. Lorenz sueña con mariposas que desatan huracanes, Mandelbrot continua discerniendo si Dios ya se ha levantado o sigue dormido, y, entretanto, Eileentxu, ajena a las reglas que rigen nuestro universo me pide salir de nuevo a la calle... En fin, ella sabe mejor que yo. Ahora vuelvo.

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Decíamos que pensar idéntico a los demás, aceptar lo que viene así como así o tolerar que lo urgente se imponga a lo importante, son caminos que no conducen a nada. En este sentido, nuestro deporte es infinitamente generoso en ocasiones para comprobarlo y los gurús de peluche se venden a tres euros la pieza en la tienda del chino. 

Así que, con vuestro permiso, seguiré disfrutando del automovilismo deportivo a mi manera porque hoy es 9 de agosto y los pronósticos han acertado, porque Azul baja a Cádiz pero estará de vuelta el domingo, y en definitiva, porque sólo vivimos una vez y desconocemos qué nos tiene preparado el mañana por mucho que el Pentágono diga que ha descifrado el encanto.

Os leo.