When I'm Sixty-Four

Me vuelven loco las historias que acaban bien, en plan la FIA encarga a Charlie Whiting que investigue qué falló en Suzuka 2014 cuando Charlie Withing ejercía de Director de Carrera del Gran Premio de Japón, y, lógicamente, la consecuencia del estudio fue que la culpa del accidente de Jules Bianchi la tuvieron Marussia y el piloto monegasco.

Pirelli no ha llegado a la epicidad de aquel acaecido que acabo de relatar, aunque ahí lo ha rondado. Dos coches diferentes, el Aston Martin AMR21 y el Red Bull RB16B, con dos filosofías distintas: uno con rake bajo y otro con rake alto, usando las gomas dentro del rango de vida útil establecido por la milanesa, sufrían similar accidente con el neumático trasero izquierdo en una zona precisa del circuito de Bakú, y, tras la pertinente investigación, el resultado es que «muy posiblemente» Silverstone y Milton Keynes habían jugado con las presiones...

Gracias a Michael Masi nos quedamos con las ganas de saber si más gomas traseras izquierdas podían haber acabado reventando como las de Lance Stroll y Max Verstappen.

 

Y gracias a que no hay datos (ni a favor ni en contra), no queda otra que aceptar que las historias que acaban bien no pueden terminar de otra manera. Y ojito con esto, que los que comen en el motorhome de la milanesa o esperan llevarse bien con ella si encuentran trabajo, jurarán por sus zapatitos de Primera Comunión que su trabajo es excelente, que si se va Pirelli y llega otra a sustituirla, la pérdida de rendimiento será de unos seis segundos por vuelta, ahí es ná, ni cinco ni siete: seis, concretamente seis.

Y la vida rula entre verdades incontestables y grandes certezas, y así nos va, que decía aquél.

Os leo.