lunes, 28 de diciembre de 2020

Un modo de vida

¡Qué lejanos aquellos días en que ser piloto de carreras era una profesión que colmaba las necesidades existenciales de un puñado de locos que mataban por continuar sujetando un volante!

Leo lo que ha dicho Lewis Hamilton al respecto de su renovación y futuro y, lo siento, no puedo dejar de entrever en sus palabras la voz de un tipo quemado por el paso del tiempo en un mismo puesto de trabajo, que espera la jubilación para venderla como la victoria de Demetrio I contra Ptolomeo El Salvador en Salamina. ¿No ha habido tiempo de encontrar otros retos que nos hiciesen soñar a los aficionados con un Hamilton por siempre jamás? ¿Tan jodido resulta batir récords y ganar campeonatos con un brazo fuera del habitáculo...?

«No permitiré que mi rendimiento baje. Debo entender cómo puedo seguir mejorando gradualmente y eso no es fácil. Cuando deje de sentirme así, no tendré problemas en retirarme». Coño, ahora que su contrato con Mercedes AMG se extingue solo, sería sencillo ofrecerse a Haas o, mejor, a Williams, que es british pata negra y precisa de refuerzos. Allí encontraría lo que parece que pide: medirse a sí mismo y verse en la obligación de superar sus propios límites. Resultaría sencillo, salvo que el británico vaya de ful y todo consista en mantener viva esa falsa tragedia en la que lleva años montado.

Con vuestro permiso, sigo prefiriendo a personajes como James Hunt, más densos y menos dados a los artificios dialécticos, porque conducir jugándose el tipo era su modo de vida.

Os leo.

2 comentarios:

  1. El que se tiró el farol fue Toto con Russell.

    - Jaimito no se quiere bajar el sueldo.

    - Jaimito se pone, ¿malito?

    - Totito que no es tontito, llama a Russell.

    - Jaimito, que tontito tampoco es que sea, la pilla a la primera apareciendo en Abu Dhabi.

    Y allí, me recordaba a mi mismo cuando le decía con 7 años a mi mami: ¡No quiero ir al cole, jo! ¡Quiero mi piruleta!

    Y tan delgado no lo vi... ;P.

    Hasta que estos dos se entiendan seguiremos perdiendonos a Russell, a Leclerc, a Sainz o, incluso, Verstapen.

    Menudo cáncer.

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