No voy a excusarme. Me alegro por Hamilton y más por todos mis amigos y amigas que profesan su fe —luego dicen que en España no hay cultura automovilística, pero estoy rodeado de vettelistas y hamiltonianos, empezando por mi santa madre, a quien se le han iluminado los ojos cuando le he dicho que su morenín ha vuelto a calzarse un nuevo Mundial mientras Alonso entrenaba donde Bryan perdió su sandalia—, pero soy un puntilloso de mierda y, al fin y al cabo, estoy aquí para tocar las pelotas del personal porque alguien tiene el deber de hacerlo.
Hablamos de Bottas, lo ponemos a parir, le exigimos cosas que no puede hacer, y a la hora de la verdad lo sacrificamos en un altar amañao que tenía prevista una tableta donde se podía leer «44 World Champion», cuando por decoro y respeto a la competencia debía ser visible sólo un 1.
Este Mundial tenía ganador desde que comenzó en Spielberg a comienzos de julio pasado, y creer lo contrario supone haber llegado muy reciente a este mundo. La competición no existe, de igual manera que la ceremonia del primus inter pares se ha diluido como un azucarillo en agua tibia desde el momento en que la FIA, el FOM o la madre que parió a Peneque, previó con antelación meridiana que no debía gastar un miserable euro en plantearse siquiera un «77 World Champion», un «33 World Champion» o un hipotético «5 World Champion.»
No hay sitio para nadie más en esta Fórmula 1 cochambrosa. Los pares son los otros. Lewis permanece al margen y siempre es cuestión de tiempo que haya oportunidad para sacar a la luz la tableta o el casco correspondiente. El británico es un tipo excelente, faltaría más ponerlo en duda, pero ha sido que dejaran de caer cuatro gotas en Istanbul Park para que hayamos podido comprobar, una vez más, de qué materia está hecho el auto que conduce.
Me alegro sinceramente por lo que hoy están felices, pero no dejo de pensar en los tomates y en lo que decía el otro día en televisión un agricultor: «si queremos más cantidad debemos aceptar que vamos a perder calidad.» Siete títulos, eso mismo: siete títulos de la era moderna.
Os leo.
Con el último parrafo lo has clavado :-)
ResponderEliminarPues si, se confirmo lo que sabiamos desde que empezo el campeonato o quizas antes. Curioso como Stroll se disolvio muy rapidamente y como Perez resistio mucho mejor. Y cuando la cosa se puso minimamente favorable, Hamilton tiro muy bien de oficio y se puso comodamente de lider.
Y que decir del pobre Bottas, Hamilton le doblo. Si este hombre es el que daba emocion al campeonato, se ha visto por que el campeonato no ha tenido emocion.
Resulta todo tan previsible q no vale la pena ni verlo.
ResponderEliminarKing Crimson
Y así desde que ganó Button, no sé hace cuántos años. Si el resultado está decidido antes de empezar, no sé qué épica nos quieren vender.
ResponderEliminarYo quiero aprovechar para, ya de paso, felicitar a Lewis por su octavo mundial de la temporada 20/21.
ResponderEliminarPero siendo las cosas como son, el muy cabroncete encima tiene suerte, porque no me dirás que en esta carrera no se ha lucido bien, tras salir 6º y caer a la 8ª ó 9ª posición. Luego aguantó sin hacer demasiados aspavientos salvo por la radio, as usual, para machacar cuando la cosa se le puso a tiro. Porque aunque no paró más que una vez, lo cierto es que esa estrategia solo fue la mejor para él y su Merche, porque al otro Merche-rosachicle le vino de un ay! el no perder la segunda plaza del podio, que salvó por la excesiva fogosidad de Leclerc.
ResponderEliminarEn fin que como se suele decir, con buena picha...
Eso sí, el tipo es muy rápido, muy inteligente en pista y ha alcanzado una simbiosis con su coche que es difícil de ver, las cosas como son.
Saludos.