miércoles, 14 de octubre de 2020

O Mary Don't You Weep!

Nos queda una semana libre hasta pisar Portimao y hay que aprovecharla, que no sé muy bien por qué me ha dado sacudir la pereza de este miércoles escuchando a Deron Johnson. Bueno, lo intuyo, para qué vamos a engañarnos: siento cierta necesidad de airear la habitación, no sea que las polillas y la oscuridad acaben con todo...

Consumimos motorsport a toda pastilla, como si no hubiera mañana. Hay quien parece querer demostrar que puede tragar más salchichas que el de al lado como si hubiese alguna competición y dieran premio por destrozarse el estómago, pero me gusta lo reposado, el amor pausado, acariciar a mis gatos, jugar con Eileentxu, pasear, cocinar o almorzar lento, beber whisky —a estas horas evidentemente no— y paladear una buena cazoleta de tabaco de pipa, sin prisa.

El tiempo es un bien preciado; como la libertad, se gana con esfuerzo para después desperdiciarlo disfrutándolo solo, con los amigos o los seres queridos, no hay otra manera. Admiro a quien no tiene vida que cuidar y precisa atiborrar sus horas hasta que rebosan hechos y acaecidos y otras puñeterías, pero está bien una generosa ración de tranquilidad de vez en cuando, siquiera para recordar que las tropas del Faraón se ahogaron atravensado el Mar Rojo, o que, hace no tanto, nos resultaba posible derribar naves del Imperio.

Sed felices. Os leo.

1 comentario:

  1. Decía hace mucho Jaume Sisa que a lo más que aspiraba era a perder el tiempo sentado en una silla de enea. Todos, y él, sabemos que no es así, que es la insuperable manera de utilizarlo, porque la mente consciente nos proporciona el espectáculo más brillante del mundo y más allá; además, sumemos el disfrute de ver cruzar flotando esos cadáveres que se derriban ellos solos.

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