lunes, 6 de julio de 2020

Vettel en la UCI


Está resultando todo tan tierno que no sé ni por dónde empezar. En 2007 era de blandos de corazón y poco entendidos hablar del vehículo (su aerodinámica, sus gomas, etcétera), como causa y detonante de los desequilibrios habidos entre Hamilton y Alonso durante la cohabitación tormentosa que hubo entre ellos, Ron Dennis y los medios anglosajones. 

Aquel ménage à quatre se explicaba solo. Recordemos: Lewis era la polla de Bedoya, el patrón de McLaren no tenía por qué tolerar al asturiano y, la prensa, lista como el hambre y acertada siempre, anotaba puntualmente los pormenores del declive del bicampeón del mundo ante la irrupción en escena de un fenómeno incontestable.

Ha llovido lo suyo, la verdad, pero aquel ardid semántico en que cayeron incluso plumas afamadas, ha perdido todo su fuelle y es hoy cuando el monoplaza y el comportamiento de La Scuderia justifican de sobra que Sebastian Vettel naufrague por los circuitos día sí y día también. La conspiración ha cobrado carta de naturaleza y se ha convertido en fe: Leclerc quizás no sería tan bueno si no tuviera todo Maranello detrás, y el de Heppenheim, literalmente, está siendo aniquilado por Saurón y sus siervos...

Vaya por delante que, al igual que en 2007, sigo pensando que para un equipo resulta demasiado sencillo controlar a uno de sus pilotos como para negar rotundamente que pueda estar sucediendo. 

Es cierto que el estreno en combate del SF1000 ha dejado muchísimo que desear y, por tanto, sería bastante necio rehuir hablar del papelón de la italiana, pero en el caso del alemán no es sólo el coche, o mejor dicho: no puede ser sólo el vehículo, ya que las diferencias con su compañero monegasco en Spielberg han sido abismales y apuntan a que, de nuevo, la incomodidad al volante se ha convertido en la excusa perfecta para justificar el bajísimo estado de forma mental mostrado por el tetracampeón del mundo en este arranque de temporada.

Sucedió en 2014 en su último año en Red Bull, y desde el verano de 2017 se viene replicando en Ferrari, con especial énfasis en 2019: la incapacidad para adaptarse a situaciones complicadas lleva a Vettel a perder la autoestima y ahogarse en un vaso de agua. Esperaba una respuesta más sólida y profesional por su parte [Cry me a river], pero visto que insiste en el victimismo y sus seguidores en culpar al Maestro Armero, a lo mejor empieza a ser momento de aceptar que tal vez el que no quiere abandonar la UCI es él.

Os leo.

2 comentarios:

  1. Pobrecillo, me da tanta lástima...

    Bueno y de sus fans qué decir... Si es que ya lo has dicho tú, Josete, Cry me a River (Orinoco river).

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  2. Va mal. Ya sabemos q Vettel va bien cuando todo va bien. No llega al nivel de desplome mental de Jorge Lorenzo, pero sigue pasandolo mal claramente, y con el coche que no va, mucho peor. El podio de Leclerc es totalmente ilusorio, no nos engañemos.

    Encima como dice Conny, se esta quedando calvorota

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