martes, 21 de julio de 2020

¿Quién te lo iba a decir?


Acabo de aterrizar en que Robin Williams nació el mismo día que tú, lo que son las cosas, hoy hace exactamente 69 años. Se fue antes de aquel 12 de febrero que te llevó por delante pero sé que va a ser un día bueno porque todavía es julio, porque las luces y las sombras del verano dibujan huellas sobre la arena, y porque los colores son nítidos como aquellos que te preparaba para que pintaras mariposas, cuando tú eras Raffaello Sanzio en el estudio de papá y yo el aprendiz de brujo que os iba a vencer a los dos, y a vengaros también.

Tú, yo, y aquellas horas antes de dormir en la habitación que compartíamos en casa, en las que me descubrías un mundo que acabaría enamorándome, plagado de héroes y criaturas fabulosas cuyo ruido llevaba al abuelillo José a sujetarse la boina. Tus risas viéndome tallar un Tyrrell 005 en un taco de madera, las revistas que manoseábais en el Centro Católico y terminaban en nuestro armario sin las fotografías que distraían mis dedos con las tijeras de costura de mamá. ¿Quién te lo iba a decir?

Seguramente ésta es la última vez que podré dedicarte unas líneas aquí, pero tú y yo sabemos que las buenas historias son las que comienzan con un hermano mayor descubriendo secretos al pequeño, y jamás concluyen porque al censor se le fue la mano y acabó en el mismo corte con el beso final entre el piloto y la rubia, el The End y los créditos. No me esperes para cenar pero reserva una botella de Jack Daniels que podamos compartir cuando me pidas que te ponga al día sobre la Fórmula 1.

Te quiero...

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