Comprendo lo atractivo que resulta hablar de lo que podrá suceder (o no) en 2021, ya que la realidad no va a llamar a nuestra puerta ni nadie nos va a demostrar que metemos la pata. La silly season siempre ha consistido en esto: en jugar con la ficción y los futuribles como si no hubiera mañana, con la irresponsabilidad adolescente de quien sabe que, en el peor de los casos, el maestro le quitará el móvil durante el recreo y se lo devolverá a la salida de las clases.
Pero como decía el otro día a cuenta de Vettel [Cry me a river], para bien o para mal continuamos en 2020, con la temporada abortada en el Gran Premio de Australia, con previsiones de relanzarla este próximo julio pero sin saber a ciencia cierta, ni si se darán los condicionantes para celebrarla ni cuánto durará el experimento en caso de llevarse a cabo.
Y aquí quería llegar yo, que decia aquél, pues si Hamilton lo viene llevando bastante fácil desde que abandonó la disciplina Nico Rosberg y Sebastian comenzó a no dar pie con bola, 2020 se promete para el británico como esas playas en las que no hay nadie y permiten correr con la cabellera al viento y refrescarse en el agua a poco que la frente se perle con gotitas de sudor.
Bottas está pendiente de renovación y me da a la nariz que si hasta este instante ha hecho lo que le han pedido, con más razón lo hará ahora independientemente del resultado de las negociaciones. El de Nastola es hombre de Toto Wolff y no le veo en posición de hacer papelones distópicos antes de que la temporada concluya en Abu Dhabi. En Milton Keynes hay serias posibilidades de que Max Verstappen nos amenice la sesión, pero dependiendo tanto el proyecto de la austriaca de los progresos que haga Honda, no lo compro como alternativa porque no va a existir tiempo material para que Alpha Tauri y Red Bull optimicen datos y ayuden a evolucionar la plataforma japonesa. De ir, que diría José Mota, vamos a ir a casi dos pruebas prácticamente cada dos semanas... No, no lo veo.
Y Ferrari, pues eso, que con la salida del tetracampeón se ha abierto un escenario con más dudas que el sorteo de la Lotería de Navidad de diciembre pasado.
A lo peor me equivoco, no sería la primera vez, pero Lewis aborda su séptimo título con más comodidad que de costumbre, y puesto que sabemos de sobra qué significa estar cómodo para el de Stevenage, yo diría que nos podemos ir preparando.
Os leo.
A lo peor me equivoco, no sería la primera vez, pero Lewis aborda su séptimo título con más comodidad que de costumbre, y puesto que sabemos de sobra qué significa estar cómodo para el de Stevenage, yo diría que nos podemos ir preparando.
Os leo.
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