Mi abuela María, sabia como la mayoría de abuelas, me advertía siempre para que no me fiase de la gente que decía sí con la boca pero negaba con la cabeza...
Parece que fue ayer... Bueno, en realidad fue bastante antes que ayer aunque el mensaje sigue siendo aplicable a nuestra actualidad rebosante de figurines, ya que nuestros gurúes de pandereta alaban en público a los mejores pilotos mientras recomiendan a los demás conductores ser cabeza de ratón por si las moscas, como si no existiese más donde elegir que testa de roedores y cola de felinos.
Yo mismo he recurrido a este dicho popular, lo confieso. La última vez, creo, en la entrada que dediqué a Daniel a finales de febrero pasado [Anónimo veneciano], pero convenientemente contextualizada porque viniendo de Letras y Humanidades creo mucho en los contextos. Además, soy de los que opinan que un refrán mal colocado es peor que un revólver cargado en manos de un chimpancé con el tercer gin-tonic en el cuerpo. Vamos, que procuro afinar, por la cuenta que me trae y en la medida de mis posibilidades, porque, a ver, qué habríamos opinado todos si Charles Leclerc hubiese preferido ser cabeza de ratón en Alfa Romeo y hubiera pasado olímpicamente de la invitación de Ferrari para sustituir a Kimi Raikkonen en 2019. Pues eso mismo.
La cautela es siempre recomendable, ¡faltaría! Conviene ser cauto en todo, pero hay oportunidades que no merecen ser pensadas dos veces, menos cuando aspiras a no quedarte en la cola y llegar a ser cabeza de león, que sé que nos entendemos, pues nuestra historia como deporte está plagada, precisamente, de pilotos que no se conformaron con lo que tenían y arriesgaron con tal de alcanzar lo más alto.
Os leo.
Para Raimón Durán, la F1, hoy... está más buena que nunca. Siempre ha sido así, y peor.
ResponderEliminarLo leí en Twitter.
Para él, y los que son como él, el fuerte estremecimiento en la Fuerza que hemos experimentado todos desde el lunes pasado, es tan sólo otro pedo que ha soltado algún italiano en el directorio de la Scudería.
ResponderEliminarNada nuevo, lo más normal del mundo.
A ver, rebaño, voltead para aquí. Treinta avemarías por pensamientos impuros. Que yo sé que los habéis tenido.