Quarantine

Aprovechando que es tarde y Nürbu es mi reino y los trolls no dejan de hacer el indio imaginando que me quitan el sueño dándose de hostias contra el sistema de moderación de comentarios, quiero echar el ratito hablando de esa retaguardia de la que formo parte, que sale a la calle cuando es necesario con guantes en las manos y mascarilla tapando boca y nariz, cruzando los dedos para que no suceda una desgracia, o un azar, y el coño enemigo enano se meta en casa en un descuido y se lleve por delante a esa gente que cuidamos.

Grupo de riesgo, ¡bonito eufemismo! Nuestros viejos dependen de un nutrido elenco de personas que van a buscar vituallas o material farmacéutico con el alma en un puño. Que nos lavamos compulsivamente cuando volvemos al domicilio, que procuramos no tocar, ni acariciar ni besar, porque somos conscientes de que podríamos ser el arma letal que acabaría con nuestros seres queridos. Difícil papeleta con la que toca lidiar...

Ahora que todo el mundo pide su cuota de cariño quiero reclamar la porción correspondiente para ese grupo de acojonados, entre los que me incluyo, que hacen lo que toca pero encienden un cirio a Santa Devota con tal de no ser ellos quienes traigan la peste emboscada en las bolsas de comida o farmacia... Se habla mucho de héroes. Somos (todos), el primer contingente que con responsabilidad será capaz de aliviar a nuestros valientes del sistema sanitario, pero no desmerezcamos el miedo que siente (sentimos), ese ejército silencioso de gente que sabe que somo se descuide supondrá el pasaporte para la otra vida de sus ancianos, y rehuye día sí, y día también, que les visen el documento.

Éste es un conflicto para el que no estábamos preparados, pero a la guerra se va con lo que se tiene, no con lo que uno desea... ¡Cerrad filas, viva el Rey aunque no nos merezca, pero sobre todo hombro con hombro. Que cada uno cuide de la espalda del otro porque juntos no hay Dios que nos arrugue...!

En casa, mamones, aunque sea Semana Santa. Os leo.