Juntos, juntos, juntos...

Venga, admitámoslo, con esto de la reclusión están sucediendo cosas maravillosas y también espantosas, fundamentalmente porque a la peña le das un micrófono y una cámara de vídeo y se pierde...

He hablado esta tarde con mi hermana pequeña, Matilde, que como sabéis reside en Alabama con su familia, y me comentaba que el humor español ante la crisis la ha dejado alucinada. Y sí, España es muy mezquina con sus cosas, sobre todo con los que sobresalen, pero tiene esa grandeza de reírse de todo cuando las tormentas la azotan. Y sí, repito, nos iría mejor si nos pusiésemos igual de serios con los de reírnos de nosotros o del compadre cuando los aires no son tal altaneros. Somos grandes, lo que pasa es que lo olvidamos.

Ayer se reunió la cuadrilla del SafetyCast: Pius, Alejandro, María, Leo, Fernando, Antoñito, Germantxu, Joserra y Jordi, y no pude resistirme porque el humor es sano y eso es lo que hace nuestro programa cada lunes, aunque sé perfectamente que hay quien no lo entiende y saca citas literales de alguno de sus episodios para llamarnos luego nocivos en otros podcast porque nos tomamos la Fórmula 1 a chota y llamamos mierda a Lewis y Hacendado a Sebastian...

Ya sabéis que lo que sucede en el SafetyCast se queda en el SafetyCast, pero hago allí de Bekaria y puedo permitirme algunos lujos, como el de confesaros hoy que en principio no debería haber habido emisión, y que fue nuestro Amado Líder quien puso la semilla que germinó como un reguero de pólvora hasta derivar en una hora y poco de metraje, que si lo escucháis os hará comprender por qué mi hermana flipa con este puto país que se desmerece sin razón. Quisimos estar junto a vosotros y, a tenor de la audiencia y las risas, lo conseguimos, básicamente porque cada uno de nosotros no es nada sin los que estáis al otro lado del auricular, y lo sabemos, como los innumerables hijos de Julio Iglesias.

En fin, también estuvieron Bernardo, JuanDa, los que fuimos, fueron, y los que serán, y el cabroncete de Roberto con su fina socarronería gallega —¡jodido, ¿por qué te fuiste tan temprano?!—, pero no lo podréis sentir si no escucháis el programa y os reís con nosotros, juntos, juntos, juntos... [dentro enlace].

En casa como en ningún sitio. Os leo.