viernes, 27 de marzo de 2020

Año sabático


Ahora que ha surgido en España la sandez de cómo puntúa doble, o triple, la buena relación del piloto con el apparatchik a la hora de ser considerado uno de los mejores, me pregunto qué coño le ha pasado a Sebastian para estar en horas bajas después de haber sido el niño preferido del establishment durante años.

¿Contactos? Los mejores, sin duda. ¿Oportunidad? Desde luego, Vettel estuvo en el lugar adecuado en el momento justo... ¿Qué ha fallado entonces? Pues seguramente que el apparatchik y el establishment tenían en la recámara un recambio mucho más útil y rentable para sus propósitos: Lewis Hamilton, y ojo, que al británico ya le ha salido un Max Verstappen, aunque con tanto viento de cola ha tenido tiempo de certificar que, cuando la autoridad quiere, todo es posible en Fórmula 1.

Dejando aparte que este planteamiento pone en pelota picada la teoría de la excelencia, ya que el negocio no busca los mejores especímenes de conductores, sino que le basta con un ejemplar por etapa para satisfacer sus necesidades, sí podemos coincidir en que Michael Schumacher, Sebastian Vettel, Lewis Hamilton y ahora Max Verstappen, tienen eso que se podría definir como feeling con el poder. 

Bueno, hay gente a la que nos gustan, precisamente, los tipos que se han enfrentado a este estado de cosas. Intuyo que no hay que pedir permiso para disentir del pagafanteo generalizado ni del que esbozan a todas horas los que apuestan porque, en el paddock, lo mejor es decir constantemente que sí mientras te bajas los pantalones ante el jefe. 

Son maneras de ver la vida y forman parte del juego, hasta ahí ya llego, pero es que el pobre Sebastian ni siquiera alcanza para hacer de héroe en horas bajas, lo que evidencia, aún más si cabe, que lo suyo tuvo demasiado que ver con el feeling que comentaba antes, y que una vez agotada la magia todo lo demás ha sido ir cuesta abajo y sin frenos.

Hamilton tampoco se salva de esta vorágine. Jordan, Ecclestone, sus aliados, aluden constantemente a que tiene derecho a colgar los guantes —con la intención de dedicarse a otras cosas— porque lo ha demostrado todo (sic). Bueno, el de Tewin ha demostrado que puede perder frente a Nico Rosberg y que mientras Vettel ha tropezado con los cordones de sus zapatillas todo ha sido muy fácil dentro del cuadrilátero. Es legítimo que Lewis no quiera meterse en jardines, sobre todo porque es un tipo inteligente que ya ha visto con meridiana antelación que, en cuanto logre los siete títulos, las próximas ecuaciones tiene al hijo de Jos como solución natural, y para sufrir, pues como que le vayan dando al apparatchik y al establishment pues el dinero a cobrar no va a dar para tanta aspirina.

No me distraigo, que me veo venir. La cuarentena está dejando mucho tiempo libre y el retraso del comienzo de la temporada está permitiendo que Vettel disfrute de un generoso tiempo muerto. Mientras no se vuelva a enfrentar a Charles Leclerc todo irá bien, luego, Dios dirá. Y entretanto, los afines a llevar la contraria a la realidad siguen insistiendo en retorcer la realidad como si fuese un trapo de cocina. Cuatro títulos no han dado para mucho, pero en año sabático permiten seguir viviendo de una viejas glorias que no tienen sentido en 2021. 

Hay una pista (genérico), y si no gozas del favor de los de arriba no es suficiente lugar para ocultarse. Y Seb lo sabe, porque podrá ser cualquier cosa, menos tonto.

En casa como en ningún sitio. Os leo.

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